
Para empezar con la respuesta a esta pregunta, debemos responder una pregunta adicional muy importante, y es: “¿El diezmo según qué orden: el de Aarón o el de Melquisedec?”. Les explico:
Muchas personas ubican el Principio del diezmo como una exigencia exclusiva de la Dispensación de la Ley, sin embargo, esta es una visión corta del panorama que nos dan las Escrituras respecto a cuándo se empezó a diezmar.
¿Sabían que Abraham, Isaac y Jacob diezmaron, sin estar sujetos a la Ley? En Génesis 14 encontramos la historia de Abraham dando sus diezmos:
GÉNESIS 14:17-19 (RVR) “Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo”
Déjenme los ubico dentro del contexto de esta historia: Abraham se había enterado de que su sobrino Lot había sido secuestrado, producto de haber quedado en medio de la guerra de nueve reyes (cinco contra cuatro). Así que, sin dudarlo, salió a pelear contra los reyes que tenían a su sobrino, y los venció, haciendo que estos huyeran. Por lo tanto, el pasaje anterior está describiendo el nivel de victoria con el que regresó Abraham, pues no sólo había logrado la liberación de su sobrino Lot y las otras personas secuestradas, sino además regresó con un impresionante botín. Fue en ese momento cuando el rey de Salem, Melquisedec, salió a recibirle recordándole la grandiosa Bendición que estaba sobre él. Por lo que Abraham, reconociendo que toda su victoria fue gracias a la Bendición de Dios, entregó el diezmo, es decir, el 10% del botín que tenía a Melquisedec.
Este Melquisedec, rey de Salem, era tipo y sombra de Cristo, es decir, que Melquisedec estaba apuntando a una verdad espiritual mayor, estaba apuntando a lo que sucedería cuando Cristo se manifestara en la tierra como la simiente Prometida, pues no pasen por alto que él salió con pan y vino y que sus palabras fueron de Bendición y no de maldición. Noten que Melquisedec no le exigió nada a Abraham, sólo lo Bendijo; pero Abraham respondió a este reconocimiento de Bendición, honrando a Dios al diezmar su botín.
A partir de este encuentro de Abraham con Melquisedec, a quien le entregó el diezmo, este Principio empezó a transmitirse y a aplicarse por los Patriarcas. Lo sabemos porque en Génesis 28 encontramos a Jacob prometiendo sus diezmos a Dios.
GÉNESIS 28:20-22 (RVR) “Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti”
Nuevamente, no vemos ninguna demanda de parte de Dios para que diezmara alguno de los Patriarcas. Recuerden que Abraham, Isaac y Jacob no estaban bajo la Dispensación de la Ley. La Ley fue dada bajo Moisés. Aún así ellos Diezmaron, y fueron grandemente enriquecidos y guardados por Dios, incluso en los peores tiempos de escasez en la tierra.
Ahora, el cambio de diezmo voluntario a obligatorio, si es que querían ver la Bendición y no la maldición, ocurrió cuando entró en vigencia la Ley de Moisés. En Gálatas 3 encontramos una amplia explicación del propósito temporal de la Ley y las condiciones en las que quedaban aquellos que estuvieran sujetos a ella. La Ley aun siendo Santa y Perfecta, nunca fue enviada para justificar al ser humano; lo que hizo fue confinarlo (encarcelarlo) para guardarlo hasta que viniese el Mesías Prometido. La Ley lo que hizo fue callarle la boca al ser humano respecto a su auto-justicia, y que este se declarara impedido de alcanzar la Salvación o la Bendición por sus esfuerzos humanos y, por lo tanto, clamara por la pronta ayuda del Mesías.
Es decir, cuando los Israelitas, que conocían los mandatos de Dios, porque Moisés se los había enseñado y los había dejado plasmados, desobedecían, venía sobre ellos la maldición, de tal forma que ellos reconocían: “Realmente cuando desobedezco a Dios estoy trayendo la maldición sobre mi casa, por eso estoy pasando por esta terrible situación. Cuando le obedecía a Dios me iba bien en todo, mis campos eran prosperados y nunca me faltó nada a pesar de la crisis en otras naciones, Él me estuvo guardando y prosperando todo este tiempo, hasta que desobedecí. Debo volver a hacer lo que Él me dice y así volverá la Bendición en mi casa. ¡Oh, pero qué difícil es obedecer a Dios en mis fuerzas! Siempre me equivoco, espero que pronto Dios envíe al Mesías para que me ayude”.
¡Justo ahí, cuando los Israelitas llegaban al fin de sí mismos, la Ley estaba mostrando su eficacia, no para hacerlos justos sino para llevarlos, como un tutor y guía, a Cristo!
GÁLATAS 3:24 (NBLA) “De manera que la ley ha venido a ser nuestro guía para conducirnos a Cristo, a fin de que seamos justificados por la fe”
Ese confinamiento que vino con la Ley se demostró incluso con el diezmo. Ya no era voluntario, era una demanda para los Israelitas, si querían seguir viendo la Bendición de Dios. De lo contrario, si no presentaban sus diezmos, debían asumir el castigo que la Ley de Moisés traía, caían bajo la maldición.
MALAQUÍAS 3:8-9 (RVR) “Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado”
¿Notaron que el versículo 9 de Malaquías 3 nos muestra que no sólo el diezmo estaba condicionado para que alguien no entrara en maldición, sino además las ofrendas? No obstante, muchas personas pierden de vista ese detalle, y se concentran sólo en la vigencia del diezmo.
Ahora, estudiemos a quiénes entregaron los diezmos los Israelitas que estaban bajo la Dispensación de la Ley:
NÚMEROS 18:20-21 (RVR) “Y Jehová dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel. Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión”
Aarón fue el primer Sumo Sacerdote de Israel. Aarón era de la Tribu de Leví. Dios escogió su Tribu para que le sirvieran en las labores del Tabernáculo de reunión, y además dejó instituido que su sacerdocio siguiera a través de su descendencia directa. Los Israelitas tenían el mandato de presentar sus diezmos a los Levitas, es decir, ellos presentaron ofrendas según el orden del Sacerdocio de Aarón.
Tengan en cuenta este detalle: bajo la Ley los Israelitas diezmaron, pero según el orden del Sacerdocio de Aarón. No obstante, Abraham no diezmó según este orden Sacerdotal, sino según el orden del Sacerdocio de Melquisedec, pues él no sólo fue descrito como rey, sino además como Sacerdote del Dios Altísimo.
Es decir, que aunque el Principio del diezmo bajo los dos Sacerdocios (de Aarón y Melquisedec) consistía de igual forma en dar el 10% a Dios como reconocimiento de Su Bendición, bajo el orden de Aarón estuvo confinando a los Israelitas a un sistema de condenación por miedo a la maldición, muy diferente al Sacerdocio según el orden de Melquisedec, que no amenazó a nadie con castigarle con la maldición.
¿Notaron por qué es necesario responder primero a qué orden Sacerdotal se refiere alguien, cuando se habla de la vigencia del diezmo?
Es claro entonces que el Sacrificio perfecto de Jesucristo no sólo concluyó la vigencia de la Dispensación bajo Ley de Moisés, sino también concluyó la labor del Sacerdocio según el orden de Aarón y, por ende, la exigencia de entregar los diezmos a los Levitas para no caer bajo maldición.
Así que, si alguien se refiere a que el diezmo debe darse porque sino Dios lo llamará: “Maldito sois con toda maldición”, la respuesta es: “NO, ese diezmo bajo la Ley ya no está vigente”, pero no significa que el principio en sí no esté vigente, pues el orden de Melquisedec sí está vigente, porque Jesucristo está vivo, y Él es reconocido como Sumo Sacerdote PARA SIEMPRE según el orden de Melquisedec:
HEBREOS 5:5-6 (RVR) “Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”
Seguiremos estudiando sobre este tema la próxima semana.
Excelente aclaración sobre la diferencia entre el diezmo bajo la ley y el diezmo según el orden de Melquisedec. Muchas gracias Pastor, por estar siempre instruyendo la congregación de una manera tan clara, sencilla y contundente. Dios lo siga bendiciendo 🙏