Iglesia Palabra Pura

NÚMEROS 21:4-7 (RVR) “Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel. Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo”

Muchos Israelitas estaban muriendo luego de ser mordidos por serpientes venenosas; quedaban tendidos en el desierto después de que Dios había apartado Su protección de ellos, porque se habían desanimado y murmurado en contra de Su Bondad. Sin embargo, los Israelitas reconocieron que habían pecado y que necesitaban la Misericordia de Dios para parar la mortandad que habían provocado.

Así que Dios le da la instrucción a Moisés de cuál era la única forma de ser sanados si las serpientes venenosas los mordía:

NÚMEROS 21:8-9 (RVR) “Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre un asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre un asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía”

Los Israelitas tenían sólo una salida para ser sanados: mirar a la serpiente de bronce. Ellos debían tomar la decisión; o miraban a la serpiente de bronce sobre el asta, o se concentraban en la mordedura de la serpiente natural, pero Dios les dio Su Palabra de que aquel que siguiera Su instrucción, por más extraña que les pareciera, ciertamente sanaría y viviría.

Esta instrucción era figura y sombra de lo que haría Jesucristo en la cruz. Jesucristo llevó en Su Cuerpo la maldición del pecado de la humanidad.

GÁLATAS 3:13-14 (RVR) “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu”

Por el pecado entró la enfermedad y la muerte (Romanos 5:12); pero Él fue enjuiciado en nuestro lugar, y soportó en Su Cuerpo el castigo que nosotros merecíamos, para que aquel que lo mire a Él, — y vea que Él estuvo en esa cruz pasado por el fuego del juicio, tal y como la serpiente de bronce tuvo que ser sometida al fuego, representando el juicio justo de Dios— sea sanado y viva.

La enfermedad es una maldición. Veamos las enfermedades que Dios les advierte a los Israelitas que vendrían sobre ellos si no seguían Su voz:

DEUTERONOMIO 28:

Vs 18 Esterilidad.

Vs 21 Una enfermedad tras otra hasta la muerte.

Vs 22 Enfermedades respiratorias, fiebres e infecciones.

Vs 27 Úlceras, tumores, enfermedades en la piel.

Vs 28 Enfermedades mentales, ceguera, temor y pánico.

Vs 35 Llagas de la cabeza hasta los pies.

Vs 59 Enfermedades malignas y duraderas.

Vs 61 Toda enfermedad.

Vs 65 Depresión y fobias.

Dios pone a las enfermedades dentro de las maldiciones. Así que es claro que Israel estaba experimentando la manifestación de la maldición al enfermar producto de la mordedura de serpiente, y agonizar hasta morir. Pero Dios les extendió Misericordia al mostrarles la forma de ser sanados.

En Jesucristo se cumplieron todas las figuras y sombras acerca del Mesías. Aunque los Israelitas no comprendieron la figura y sombra que Dios estaba mostrando acerca del Mesías prometido, en realidad Dios estaba apuntando a una grandiosa verdad espiritual a través de la serpiente de bronce que estaba en un asta; que Jesucristo sería levantado en una cruz, cargando la maldición, y que aquel que lo mirara a Él, poniendo su confianza en que Él es la respuesta de sanidad ante la enfermedad, sería sanado.

JUAN 3:14-15 (RVR)  Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”

Dios quiere que vivamos en plenitud la vida; Él quiere que seamos libres de la condenación, de la culpa, de la pobreza, de las ataduras del pecado y de la enfermedad. Pero los hijos de Dios debemos seguir la instrucción de Dios ante la manifestación de la enfermedad: mirar a la cruz, mirar a Quien llevó nuestra condena en la cruz, y recibir por Gracia lo que no merecemos, la sanidad. Pero es una decisión que Dios no puede tomar por nosotros, es nuestra elección: o miramos a Jesús en la cruz llevando nuestra enfermedad y soportando nuestros dolores, o miramos nuestros cuerpos, desesperados por la manifestación de la enfermedad.

Sólo imagínate el esfuerzo que tenían que hacer los Israelitas para no quedarse contemplando a las serpientes que los habían mordido y el dolor de las picaduras en su cuerpos; ellos tenían que realmente esforzarse para mirar a la serpiente de bronce y confiar en que Dios cumpliría Su Palabra de sanidad. Así mismo debemos confiar y perseverar en las Promesas de sanidad disponibles a través de Jesucristo.

¿Tienes algún síntoma? ¿Te han dado un diagnóstico de muerte? ¿Tienes dolores en tu cuerpo? ¿Te han dicho que padeces una enfermedad incurable? ¿Estás padeciendo opresión en tu mente? Tienes dos opciones: o te quedas mirando el síntoma, engrandeciendo el dolor, engrandeciendo el diagnóstico y el pánico a la muerte; o tomas la decisión de voltear tu mirada hacia la cruz, y al resultado de sanidad que trajo el que la maldición de enfermedad fuera puesta sobre el Cuerpo de Jesucristo.

ISAÍAS 45:22 (RVR) “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”

1 comment on “MIRANDO A LA CRUZ

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