Hemos llegado a la parte final de esta serie sobre sanidad. Cerraremos esta serie con 2 armas más que los creyentes podemos usar para ir en contra de todo aquello que quiera afectar nuestra salud:

EL AGRADECIMIENTO:

1 TESALONICENSES 5:18 (NBLA) “Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús”

El agradecimiento es la expresión de valor que damos a la generosidad y bondad de alguien más. Precisamente a Dios le agrada que seamos agradecidos con Él, que valoremos Su manifestación de bondad hacia nosotros, sin embargo, cada vez más vemos el cumplimiento de lo que profetizó el Apóstol Pablo sobre los Últimos Tiempos, y es que esta última generación se caracterizaría por ser desagradecida (2 Timoteo 3:2 / Romanos 1:21). No obstante, los creyentes no nos podemos amoldar a los diseños del mundo (Romanos 12:2), sino a los Principios que la Palabra nos dicta, para ver la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios funcionando en nosotros.

Fíjense que NO dice que seamos agradecidos por todo, es decir, que no debemos agradecerle a Dios por algo de lo que Él no tiene nada que ver, Él no es el autor de las enfermedades, opresiones, sufrimientos y persecuciones. Pero lo que sí dice es que seamos agradecidos en todo. ¿A qué se refiere en todo? A en toda circunstancia, es decir, a que en medio de cualquier circunstancia, sea buena o sea mala, podemos desenfocar nuestros ojos de la crítica y queja y enfocarnos en la provisión que Dios ha preparado para sacarnos victoriosos.

El agradecimiento no depende de cuán grande sea la manifestación de poder y bienestar de Dios hacia nosotros, sino de cuánto apreciamos el hecho de que un Dios tan grande y poderoso esté a nuestro cuidado.

En Hechos 16:25-27 podemos ver un caso de dos hombres que aplicaron el ser agradecidos en todo y no por todo, me refiero a Pablo y Silas en la cárcel de Filipos:

“A la media noche, Pablo y Silas estaban orando y cantando canciones a Dios, y los otros prisioneros los escuchaban. De pronto, hubo un temblor de tierra muy grande, tan fuerte que los cimientos de la cárcel temblaron con fuerza. Entonces todas las puertas de la cárcel se abrieron y las cadenas de los presos se soltaron” (PDT)

Pablo y Silas, injustamente, habían sido azotados de forma severa y encarcelados en unas condiciones de gran incomodidad, asegurándoles los pies con un cepo. Sus circunstancias eran realmente aterradoras, sin embargo, ellos no se fijaron en lo mal que estaban, sino que se enfocaron en que, a pesar de todo, contaban con la fidelidad de Dios.

Lucas, el escritor de Hechos, nos narra que de repente, cuando Pablo y Silas estaban cantando a Dios (agradeciendo), una manifestación sobrenatural ocurrió; las puertas de la cárcel se abrieron y las cadenas de todos los presos se soltaron, incluyendo las de ellos. ¡Impresionante! Por lo tanto, esto nos enseña, que no necesitamos ver ninguna manifestación externa para agradecer a Dios por Su sanidad, este principio realmente funciona, y agrada a Dios que lo apliquemos.

Si están enfrentando cualquier diagnóstico, no digan frases como: “Cuando Dios me sane, yo iré y testificaré en agradecimiento a Dios”. Comprendo que es una frase con una muy buena intención, pero si queremos realmente aplicar el Principio del agradecimiento en todo, es mejor empezar en el ahora, con frases como: “Estoy agradecido con Dios porque sé que me ha sanado”, “Estoy agradecido con Dios porque me siento mejor que ayer”. Celebren cada avance, cada disminución del dolor, cada desaparición de la alergia, etc. Conviertan cualquier momento en una ocasión de agradecimiento de la sanidad, verán que no sólo experimentarán la sanidad que Jesucristo otorgó, sino que incluso pueden ver la restauración a un mayor nivel, como le sucedió a uno de los 10 leprosos que fueron sanados por Jesús.

LUCAS 17: 11-19 (NVI) “Un día, siguiendo su viaje a Jerusalén, Jesús pasaba por Samaria y Galilea. Cuando estaba por entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres que tenían enferma la piel. Como se habían quedado a cierta distancia, gritaron: —¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! Al verlos, les dijo: —Vayan a presentarse a los sacerdotes. Resultó que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, al verse ya sano, regresó alabando a Dios a grandes voces. Cayó rostro en tierra a los pies de Jesús y le dio las gracias, no obstante que era samaritano. —¿Acaso no quedaron limpios los diez? —preguntó Jesús—. ¿Dónde están los otros nueve? ¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero? Levántate y vete —dijo al hombre—; tu fe te ha sanado”

Como pudieron verlo en el pasaje, 10 leprosos recibieron la palabra de sanidad de Jesús, los 10 tenían fe y fueron coherentes con su fe, y los 10 vieron la manifestación de sanidad, pero sólo uno apreció lo que hizo Jesús y se devolvió a agradecerle. Lo interesante de todo es que Jesús, al recibir el agradecimiento de este hombre, le dijo: “Levántate y vete… tu fe te ha sanado”. No obstante, la traducción más precisa de esta declaración de Jesús es: “Tu fe te ha hecho completo”. Lo cual nos permite comprender cuál fue la bendición extra que recibió este hombre por su agradecimiento: él no sólo fue limpiado de la lepra, como sus otros 9 compañeros, sino que, además, milagrosamente, partes de su cuerpo que había perdido a causa de la lepra le fueron devueltas. Esto también les habría ocurrido a los otros 9 hombres que no fueron agradecidos, no obstante, por su actitud, ellos sólo se conformaron con la sanidad, y hasta ahí.

Es momento de usar esta poderosa arma que agrada a Dios y nos lleva a un mayor nivel en la manifestación de sanidad.

LA ORACIÓN EN EL ESPÍRITU

EFESIOS 6:18 (RVR) “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu”

Muchos creyentes desconocen que la oración en el Espíritu hace parte de la armadura que Dios le ha dado al creyente. Sin embargo, este es un don y un arma poderosa.

ROMANOS 8:26 (LBLA) “Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”

Romanos 8:26 nos dice que el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad, lo interesante es que esa palabra en el Griego no significa sólo flaqueza o fragilidad, sino que, además, significa enfermedad. ¿Y cómo nos ayuda? Al inspirarnos al orar en el Espíritu (en lenguas celestiales), una oración perfecta; que pide perfectamente conforme a la voluntad de Dios, e incluso aplica el principio del agradecimiento perfectamente (1 Corintios 14:17). Él Espíritu Santo sabe exactamente cómo orar, qué síntoma hay que atacar, Él sabe exactamente qué hacer. Aunque Él constantemente nos guía por medio de la Palabra y Sus sentires y pareceres, cuando oramos en el Espíritu, nos aseguramos de que nuestros pensamientos no renovados y emociones no sujetadas no intervengan en el proceso, y nos abandonamos completamente en la guía segura del Espíritu Santo.

Ahora, me gustaría finalizar, orando por todas las personas que están enfrentando un diagnóstico de enfermedad, cualquiera que sea. Pongámonos de acuerdo en esta oración:

Padre Celestial, gracias por compadecerte de nosotros y enviar a Tu Hijo Jesucristo para no sólo otorgarnos perdón, sino, además, sanidad. Tu deseo es que seamos prosperados en todas nuestras áreas y que tengamos salud (3 Juan 1:2), por lo que sabemos que no tenemos que preguntarte si nos quieres sanos porque eres claro en que siempre es un Sí absoluto. Te pido, que alumbres los ojos del entendimiento de cada persona que hoy lee este artículo y esta oración, para que pueda comprender que Tú los llamas a libertad y sanidad (Efesios 1:18-20), te pido que los fortalezcas con tu Santo Espíritu, para seguir firme por la sanidad que nos has dado a través de nuestro Señor Jesucristo (Romanos 8:26).

Maldigo, en el nombre de Jesús, todo tumor, sarcoma, úlcera, dolor, problema visual, esterilidad, impotencia, daño en el sistema digestivo, sistema respiratorio, sistema circulatorio, sistema óseo, sistema inmunológico, sistema endocrino, problema o alergia en la piel, degeneración congénita y cualquier enfermedad que no haya mencionado, y que hoy esté atacando los cuerpos de aquellos que leen esta oración y se ponen de acuerdo conmigo, y le ordeno a esas enfermedades, en el nombre de Jesús, que salgan de sus cuerpos, y se vayan a lo profundo del mar (Marcos 11:22).

De la misma forma, con la misma determinación, echo fuera, en el nombre de Jesús, a todo espíritu de enfermedad que esté oprimiendo a estas personas (Marcos 16:17), trayéndoles cualquier síntoma, incluyendo la esquizofrenia, epilepsia, trastornos obsesivos compulsivos, depresión, y todo ataque demoniaco. Jesucristo nos ha llamado a libertad, y los demonios han sido vencidos por el poder de la obra completa de Jesucristo en la cruz (Colosenses 2:15).

Padre, también oro por aquellos que por los pecados que cometieron dieron entrada a la enfermedad, y hoy tienen un diagnóstico de SIDA, esterilidad, impotencia y cualquier diagnóstico. Gracias por Tu misericordia para aquel que se arrepiente y se aparta para otorgarle restauración. Te pido que manifiestes Tu sanidad sobre ellos (1 Juan 2:1-2).

Te alabo, Padre, por la sanidad y los milagros que se manifiestan en todos los que se ponen de acuerdo con esta oración, gracias porque desde la raíz se está manifestando. ¡Ninguno de ellos morirá, sino que vivirá y contará tus maravillas! (Marcos 11:24-25).

¡Te alabo, te agradezco y anuncio que JESUCRISTO TAMBIÉN VINO A SANAR! (Isaías 53:4-5).

Padre, Tú dices Sí a tus Promesas de Sanidad sobre nosotros, y nosotros respondemos hoy: amén, amén y amén (2 Corintios 1:20).

Gracias por leer esta Sección de Artículos que comparto con ustedes, los dejo disponibles para que tomen ventaja y compartan con sus familiares y amigos, realmente me he puesto de acuerdo con ustedes por su sanidad. Escríbanme pronto, y déjenme saber cada avance de lo que Dios ha hecho en sus vidas. Déjenme alegrarme y agradecer a Dios junto con ustedes.

Hoy es 25 de Diciembre, les deseo una feliz Navidad y un maravilloso año 2024.