
SALMOS 138:6 (NVI)
“El Señor es excelso, pero toma en cuenta a los humildes y mira de lejos a los orgullosos”
En el Cielo habitó un ángel que fue adornado con toda clase de piedras preciosas, elegido como el querubín protector, se le fue dado un lugar de honor, pues en el Monte de Dios se le permitía estar. De ese ángel que era tan hermoso, que fue llamado Lucero y el sello de la perfección, las Escrituras dicen que un día se halló en él maldad (Ezequiel 28:15), ya que al ver su hermosura codició el trono de Dios, por el orgullo que albergaba en su interior. Hoy ya no posee esa hermosura, ni tampoco es llamado Lucero, ha sido expulsado del Cielo y ahora se le conoce como el diablo y satanás, el acusador.
EZEQUIEL 28:7 (NTV)
“haré que te ataque un ejército extranjero, el terror de las naciones. ¡Ellos desenvainarán sus espadas contra tu maravillosa sabiduría y profanarán tu esplendor!”
Satanás es el fundador del orgullo, ese orgullo que precisamente Dios resiste y mira de lejos. Fue satanás quien no entendió que si él era el sello de la perfección era a causa de Dios, su creador. Por lo tanto, no le dio la gloria a Dios, y por el contrario codició Su trono e intentó usurparlo.
¿Ves cómo es de peligroso el orgullo? Toda persona que guarda orgullo en su corazón está manifestando una característica de satanás, por eso debe ser prontamente erradicada la más mínima muestra de orgullo en nuestras vidas, ya que nada tiene que ver las tinieblas con la luz admirable (2 Corintios 6:14).
PROVERBIOS 16:18 (NTV)
“El orgullo va delante de la destrucción, y la arrogancia antes de la caída”
Es precisamente la arrogancia la que no le permite a muchas personas ser salvas de la Ira Venidera, ya que creen en su entenebrecido razonamiento que no necesitan un Salvador, que lo único que necesitan es “su capacidad”, “su inteligencia humana”, y es precisamente ese orgullo, esa arrogancia, la que los tiene camino al infierno (Romanos 1:21). Lo contrario al orgullo es la humildad, esa que reconoce una dependencia total a Dios.
En 1 Samuel 17 encontramos a David enfrentándose con un famoso y temido gigante guerrero, Filisteo, llamado Goliat. En ese pasaje, desde el versículo 8, podemos ver el orgullo que invadía a Goliat, quien desafiaba al ejército de Israel para que lo enfrentara, y era tanto su orgullo que se sintió ofendido cuando vio que David, un jovencito, era quien avanzaba para enfrentarlo.
Todos sabemos el final de victoria de esta historia, donde de una forma milagrosa David derrotó al gigante. Con tan sólo una piedra sobre su honda desestabilizó a Goliat, lo que le dio oportunidad de cortarle la cabeza y darle la victoria a su pueblo Israel.
Ahora nos vamos a dar cuenta de por qué David logró vencer al gigante. En el verso 46, David le respondió a Goliat, quien lo estaba amenazando en el nombre de sus dioses:
“Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel” (RVR)
David es el ejemplo perfecto de la humildad que Dios busca respaldar. David no dijo: “Yo tengo mucha destreza con la honda, yo te voy a derrotar”. Por el contrario, David tenía claro que sin Dios no era sino un pequeño muchacho, un pastor de ovejas.
Inclusive, versículos antes, cuando David se encontraba hablando con el rey Saúl, también le dio la gloria a Dios por sus hazañas. David le estuvo contando al rey Saúl cómo él defendió los rebaños de su padre del oso y el león, estuvo contándole cosas asombrosas, sin embargo, al final nos deja ver su corazón humilde para Dios, ya que dijo: “Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo…” (Verso 37 [RVR]). Nuevamente vemos que David reconocía que sin Dios no tendría ninguna hazaña para contar.
Siempre nos vamos a sentir tentados a ver nuestros logros como propios, pero asegurémonos de enfocarnos en la absoluta verdad, y es que nada, absolutamente nada, hemos logrado, ni lograremos, si no fuera por la Misericordia, la Gracia y el Favor de Dios.
JUAN 15:5 (RVR)
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”
Lindo mensaje
La onrra y la gloria sea para Dios siempre
Sin el nada seríamos
Amén gloria a Dios 🙏
Bendito Dios, que banquete nos ha dado pastor en este texto,,,, wow, gloria a Dios por sus vidas y que bendición la mía estar bajo sus enseñanzas…
Amén, separados de Dios nada podemos hacer, pero con él somos más que vencedores 🙏🙌