Iglesia Palabra Pura

Juan 8:36 (RVR) “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”

“¿Ahora soy libre o no?”. Esta fue la pregunta que hizo una mujer que fue esclava en Estados Unidos. Ella había escuchado que el Presidente Abraham Lincoln había firmado una proclamación de emancipación, sin embargo, cuando ella fue ante su antiguo amo, este le dijo que esa información era incorrecta, y que ella aún le pertenecía a él y debía obedecerle como esclava. Confundida, preguntó acerca de su verdadero estado. La verdad es que sí se había firmado la proclamación de emancipación, ordenando la libertad de los esclavos, pero por falta de acceso a la información y por las artimañas de muchos amos, que no estaban dispuestos a acatar la orden de libertad, muchos hombres esclavos tardaron un buen tiempo en conocer la verdad de que podían salir del yugo de esclavitud.

Todos los seres humanos nacen con naturaleza de pecado, esclavizados bajo el yugo del amo y del dios de este mundo, satanás; pero una vez Jesucristo fue a la cruz, y gritó TETELESTAI (consumado es), todos los seres humanos que ponen su confianza en Él, son sacados legalmente del reino de esclavitud de satanás, y trasladados al reino de la luz, donde  pueden disfrutar de la libertad del pecado y la condenación.

Hay muchos cristianos que han cedido terreno para que el pecado incursione en sus vidas, pensando que es imposible no caer en él. Es por eso que quiero que veamos varios puntos claves en los siguientes dos versículos de Romanos 6. Empecemos con el versículo 11:

“Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (RVR).

De acuerdo con este versículo, hay 2 motivos por los que un cristiano magnifica al pecado en su vida, sin entender su posición en Cristo:

  1. NO SE CONSIDERA MUERTO AL PECADO: la RAE define la palabra “Considerar” como “Pensar, meditar, reflexionar algo con atención y cuidado”. La situación es que para meditar y reflexionar sobre qué significa estar muerto al pecado, se debe contar con la fuente de consulta correcta. Si nos consideramos muertos al pecado de acuerdo a nuestros sentimientos y pensamos: “¿Me siento muerto al pecado? ¿Será que ya no quiero pecar? ¿O será que sí quiero pecar?”, estaremos cometiendo un grave error. Para poder meditar y reflexionar respecto a qué significa estar muerto al pecado, tenemos que verlo desde la perspectiva de la verdad de la Palabra, porque nosotros somos espíritu, y nuestro espíritu no puede ser percibido a través de los sentires naturales, sino que es la Palabra la que nos dice qué somos y qué no somos, qué tenemos y qué no tenemos, a qué hemos sido llamados y a qué no hemos sido llamados. Así que si, por ejemplo, encontramos versículos tan conocidos como 2 Corintios 5:17, que dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas” (LBLA); por más de que nos sintamos iguales después de recibir a Jesucristo como Señor y Salvador; la verdad es que somos una nueva criatura en Cristo, con un pasado de pecado borrado por la Sangre de Jesucristo, y con toda la potencialidad de decirle NO al pecado. Ahora, no perdimos la habilidad de pecar cuando nacimos de nuevo, pero sí el pecado perdió su poder en nosotros por la fortaleza que nos da la naturaleza pura y santa que se nos fue dada. Así que debemos considerarnos muertos al pecado. Un cuerpo no reacciona intencionalmente si no hay vida en él. Por lo que si nos consideramos muertos al pecado, ya que es la verdad, no magnificaremos al pecado, para verlo como imposible de desobedecer. Como pensemos, así actuaremos.
  • NO SE CONSIDERA VIVO PARA DIOS: este es otro de los motivos por el que muchos cristianos viven sometidos al pecado. Porque no sólo creen que el pecado los sigue gobernando, sino que además creen que no tienen poder para caminar en santidad. Pero la verdad es que nuestro espíritu siempre está dispuesto a hacer la voluntad de Dios  (Mateo 26:41). Si cuando pensamos que somos pecadores, actuamos como pecadores, aunque no lo seamos; sólo piensa en los resultados magníficos que obtenemos si confiamos en que somos la Justicia de Dios en Cristo Jesús, y lo creemos con todo nuestro ser, aunque parezca naturalmente imposible. Tal y como pensemos, actuaremos. Considérate vivo para Dios, dispuesto a decir sí a la santidad de Dios. Declárate libre, santo, puro, obediente, y verás cómo liberarás todo el poder que contienes en tu espíritu para caminar en santidad. Hay poder en la piedad, y esta empieza por cómo nos veamos. No nos estamos engañando al decir: “Yo soy libre de este pecado”. La Palabra de Dios es la absoluta verdad, y ella nos dice quiénes somos y qué tenemos, aunque naturalmente nos parezca ilógico.

Ahora, el Espíritu Santo no sólo nos dice a través del Apóstol Pablo, cómo pensar frente al pecado, sino además, cómo actuar ante el pecado, y lo encontramos 2 versículos más adelante, en Romanos 6:13 (NVI):

“No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia; al contrario, ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida, presentando los miembros de su cuerpo como instrumentos de justicia”

De acuerdo a este versículo con nuestro cuerpo podemos ser instrumentos de injusticia o de justicia. Si te fijas, el versículo usa las palabras “no ofrezcan”, y “ofrézcanse”, dando la connotación de que existe la opción de escoger. Nosotros podemos elegir ofrecer nuestro cuerpo para obedecer a Dios o podemos elegir someternos a la tentación del pecado.

Ahora, si recordamos el artículo anterior, nuestros sentidos nos pueden engañar haciéndonos pensar que el pecado es una cárcel de la cual nunca podremos salir. Pero nunca nuestros sentidos naturales son tan confiables como para guiar nuestras decisiones por ellos. Es por eso que la Palabra de Dios, nos lleva a renovar nuestros pensamientos frente a lo que vemos o sentimos, para que veamos desde la perspectiva de la verdad, y podamos experimentar la vida en abundancia que Jesucristo ganó por nosotros. Si estás luchando con un pecado recurrente, lo primero que debes hacer es verlo desde la perspectiva de lo que la Palabra dice de ti como nueva criatura en Cristo, y tomar esa verdad, como martillo, para proceder a darle fuerte a las paredes de mentiras que se levantaron como fortaleza en tu mente. Recuerda que el ejército de Israel vio a Goliat con temor, frente a su altura e imponencia natural, pero el Israelita David vio mucho más grande el Pacto que Dios había establecido con Israel. No le tengas miedo a ese pecado, busquen la verdad de la Palabra, recuerda que estás bajo el Nuevo Pacto en Su Sangre, recuerda lo que la Palabra dice de ti y golpea esos argumentos de “No puedo, soy débil ante esta tentación, yo siempre caigo, soy adicto”, con la verdad de la Palabra.

Jeremías 23:29 (RVR) “¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?

No eres un pecador tratando de ser justo, eres un justo, redimido por la Sangre del Cordero, al cual el pecado lo quiere esclavizar de nuevo, defiéndete con la verdad. Charles Spurgeon dijo sobre la Palabra como martillo: “tomen el martillo del Evangelio y golpeen con él tan fuerte como puedan”. No menosprecies la Palabra, es por la Palabra de Dios que naciste nuevo, y es por la misma Palabra de Dios que podrás ver la manifestación de libertad.

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