Iglesia Palabra Pura

Hechos 2:11 (RVR) “… cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios”

Déjenme poner en contexto este versículo. Jesucristo había ascendido al Cielo después de haber dado las últimas instrucciones a Sus discípulos. La instrucción que más recalcó fue la de no salir de Jerusalén hasta que descendiera el Espíritu Santo sobre ellos. Ya habían pasado 10 días desde que vieron cómo desaparecía Jesucristo de su vista al una nube ocultarlo mientras ascendía.

La Palabra nos dice que 120 creyentes, obedeciendo a la instrucción de Jesucristo, se encontraban en un mismo espíritu dedicados a la oración, en el Aposento Alto, y de repente la Promesa del Padre, el Espíritu Santo, fue derramado sobre estos y hablaron en nuevas lenguas.

El segundo Pentecostés más importante de la historia de la humanidad estaba ocurriendo en ese momento, en que estos 120 creyentes fueron llenos del Espíritu Santo. El día de Pentecostés congregaba a cientos de Judíos de diferentes naciones en Jerusalén que se acercaban para celebrar esta importante fiesta Judía. Y fueron todos estos Judíos los que se quedaron asombrados de la manifestación sobrenatural que estaban escuchando, un gran grupo de personas hablando en diferentes idiomas las maravillas de Dios. Cada uno de los espectadores escuchaba en su idioma natal las maravillas de Dios. ¡Impresionante!

Sin embargo, en esta ocasión no voy a centrarme en la explicación del don de lenguas y sus diferentes tipos de manifestación. En realidad, quiero centrarme en la última parte de este versículo: “les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios”.

Aquellos Judíos o nuevos convertidos al Judaísmo que escuchaban a estos 120 creyentes hablar en su idioma, declaraban que aunque salían de estos creyentes idiomas diferentes al mismo tiempo, todos tenían un mismo mensaje, que exaltaba la grandeza de Dios.

En la versión NVI (Nueva Versión Internacional) lo dice de una forma más explícita: “…¡TODOS POR IGUAL los oímos proclamar en nuestra propia lengua las maravillas de Dios!”.

Es interesante esta declaración, pues todos expresaban palabras, sílabas y sonidos diferentes, pero el mensaje estaba intacto. No había cambio alguno en el mensaje. Ninguno de los oyentes decía: “Este dice las maravillas de Dios, pero este está hablando de lo que él hace, y aquel está pidiendo ayuda, y este otro dice cosas sin sentido”; no, todos tenían el mismo mensaje que daba Gloria a Dios.

Y más interesante aún es otra declaración que hicieron pasado un tiempo aquellas personas que identificaban a los creyentes, esta declaración la encontramos en Hechos 11:26, veamos:

Hechos 11:26 (LBLA) “y cuando lo encontró, lo trajo a Antioquía. Y se reunieron con la iglesia por todo un año, y enseñaban a las multitudes; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía

Sí, la Palabra no nos dice que a uno de los discípulos o a un Apóstol se le llamó cristiano por primera vez, sino a los discípulos, en plural, se les llamó cristianos. Y si los llamaban así, era porque todos actuaban de la misma forma.

Ahora, deben saber que Antioquía (de Siria) era una ciudad conocida porque a sus habitantes les gustaba burlarse de los demás, así que cuando los empezaron a llamar cristianos, en realidad lo hacían como un tipo de burla para identificar a aquellos que confesaban a Jesucristo como su Señor y Salvador. A ellos les causaba gracia que estos creyentes imitaran la forma de hablar y de actuar de Jesucristo, de quien ellos predicaban, por eso les decían que ellos eran algo así como “los pequeños cristos”. Además, para esa época era común que si alguien estaba bajo la autoridad de una persona se le identificara con un el nombre de esa autoridad, por ejemplo, a los soldados Romanos bajo Cesar los llamaban “Cesareanos”.

Pero aunque para los de Antioquía de Siria fuera una burla llamar a los creyentes en Jesucristo cristianos, los mismos creyentes se sentían orgullosos de ser llamados así, pues para ellos era una confirmación de un trabajo bien hecho, una confirmación de que eran verdaderos discípulos. Tengan en cuenta que la burla no era porque actuaran de forma incongruente y graciosa, sino todo lo contrario, porque eran fieles imitadores de Cristo.

Infortunadamente han pasado los años y ahora cualquiera se hace llamar, o lo llaman, cristiano. Sólo hace falta que diga que va a una Iglesia Cristiana para llamarse, o ser llamado, cristiano. No obstante, sabemos que no todos los que se llaman cristianos lo son, y mucho menos, no todos, unánimes, hablan y exaltan con sus acciones las maravillas de Dios.

Ser identificado con Cristo desde la Iglesia Primitiva era todo un privilegio, incluso era razón de sumo gozo ser perseguidos por causa de Cristo. Los cristianos de la Iglesia Primitiva comprendían que estaban llevando un valioso mensaje de Salvación y sirviendo al Señor de señores que regresaría a reinar en la tierra. Ellos se sentían amados por Dios y sabían que todo en la tierra palidecía ante las recompensas eternas. Los cristianos de la Iglesia Primitiva estaban dispuestos a dar testimonio, incluso si esto los sentenciara a la muerte ante un mundo gobernado por el dios de este mundo, satanás.

El historiador Griego Eusebio narró la historia de un creyente quien fue torturado por su fe en Jesucristo. Eusebio describió cómo este creyente era de forma cruel torturado con el propósito de que blasfemara contra Dios. Mientras lo torturaban y le hacían preguntas, él contestaba a todas las preguntas: “Yo soy cristiano”. No importaba cuál fuera la pregunta —su nombre, su nacionalidad, su posición en la sociedad, etc.— el creyente seguía contestando: “Yo soy cristiano”. El historiador Griego termina revelando que al final este creyente fue asesinado, quien hasta sus últimos segundos de vida dijo: “Yo soy un cristiano”.  

Pero ¡qué gran diferencia vemos con los cristianos de ahora! No todos están dispuestos a sufrir persecución, han confundido el amor con la aceptación del mal, y han vendido sus principios por un plato de lentejas, tal como Esaú, quien menospreció ser el primogénito.

No todos los cristianos están hablando de las maravillas de Dios, ni mucho menos expresando con sus obras las maravillas de Dios. Pareciera que no todas las Iglesias estuvieran sirviendo al Dios Vivo que dicen servir.

Es que es claro, y Escrito está: “Porque yo Jehová no cambio…” (Malaquías 3:6 [RVR]). Dios no es esquizofrénico, Él no le está hablando a una Iglesia de la importancia de la Santidad y de guardar Sus Principios morales, y a otra Iglesia que todo está permitido, y que no hay ningún daño en el permitir y estimular el pecado.

El mensaje de Jesucristo fue muy claro: “y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes…” (Mateo 28:20 [DHH]). Amigos, Jesucristo no se modernizó, Él es el mismo ayer, hoy y por siempre. Debemos ir al son del ritmo de Jesucristo, y si alguien está tocando un ritmo diferente al de Jesucristo lo desechamos, y punto.

Yo prefiero que se burlen de mí y que incluso me llamen la “Pastorcita”, porque lo han hecho para desacreditarme, me importa cinco que se burlen de mí, pero lo que sí me importa es que me identifiquen como una mujer que ama la Palabra, que la defiende a ‘capa y espada’, y que lo que predico lo hago. Yo quiero que mis obras hablen de las maravillas de Dios, den Gloria a Dios, hablen bien del Dios Vivo que proclamo. Y esto es lo que buscamos Rafael y yo con Iglesia Palabra Pura, que como Iglesia, todos seamos llamados cristianos, pero de esos de verdad, de esos cristianos que expresan las obras de Jesucristo, de esos que imitan a Jesucristo.

Tengan en cuenta que todos no somos llamados a ser boca, orejas o dedos del Cuerpo de Cristo, cada uno de nosotros tiene una función diferente que cumplir en el Cuerpo de Cristo, unos están llamados al Ministerio, otros hacia los negocios, otros hacia los deportes, etc. Pero nuestras obras deben dar gloria a Jesucristo. Ese es mi punto en este blog, que a pesar de que todos tengamos roles y contextos diferentes en nuestro día a día, demos tener algo en común, el que nos mantenemos fieles en obediencia a las Enseñanzas de Jesucristo, por lo tanto, le damos Gloria y expresamos Su maravillosa obra en nosotros.

Juan 8:31(NBV) “Si ustedes se mantienen obedientes a mis enseñanzas, serán de verdad mis discípulos”.

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