“Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?” 1 Reyes 19:9 (RVR)
En el contexto de este versículo, Elías estaba huyendo de las amenazas de Jezabel, contra su vida. Pese al poder de Dios que Elías había visto contra los seguidores de Baal y sus profetas, lo afectaron más las palabras de otra persona que lo que Dios había hecho hasta ese momento, sin embargo, mi intención no es hablar sobre el ministerio de Elías sino de su reacción al temor y como este lo llevó, más allá de contradecir su llamado, a encontrar pretextos para renunciar incluso a su propia vida.
Resulta interesante ver a la luz de esta Escritura, primero el camino de cuarenta días y cuarenta noches (1 Reyes 19:8) y de repente, en el siguiente versículo aparece Elías en una cueva, lo cual también es interesante, pero de eso hablaremos más adelante. Así que uno se imagina qué pudo haber pasado camino al monte Horeb o qué pasó por la mente de Elías durante ese tiempo.
Si alguien te amenaza como hicieron con Elías, está bien, yo puedo entender que sientas temor y que pienses muchas cosas que alimenten tus miedos, pero el problema está en el tiempo que le dedicas a esos pensamientos. Elías tal vez hizo lo mismo, durante ese trayecto al monte Horeb pudo haber pensado muchísimas cosas negativas que le hicieron olvidar incluso que el Ángel del Señor se le había aparecido en los versículos 5 y 7 del mismo capítulo.
A veces magnificamos la voz del mundo y le damos más importancia que aquello que Dios ha hecho por nosotros. El Ángel del Señor alimentó a Elías en las dos ocasiones y aun así escogió una cueva. Tal vez a ti no se te aparezca un Ángel pero sí tienes la Palabra profética más segura ¨a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones¨ 1 Pedro 1:19 (RVR)
Es la misma Palabra que te dice en qué pensar (Filipenses 4:8), pero si tu eliges esperar algo extraordinario que cambie tu situación o lo que sientes, no importa qué suceda, no servirá de nada, siempre que decidas mirar las circunstancias; en lugar de la Palabra de Dios.
Voy adelantarme un poco en las Escrituras para que entendamos un poco más a qué me refiero, en los versos 11 y 12, de 1 de Reyes 19, Dios le dice a Elías lo siguiente: “Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado”.
¿Dónde creen ustedes que estaba Dios en medio de toda esta manifestación? Supongo que ya se lo imaginan, pues bien, los invito a que continúen conmigo en esta Serie, porque les aseguro que se sorprenderán de la respuesta del Profeta con la cual la Palabra nos demostrará que a veces, ni si quiera algo asombroso puede evitar que neguemos nuestros errores. “A cada uno le parece correcto su proceder, pero el SEÑOR juzga los corazones” Proverbios 21:2 (NVI)