Iglesia Palabra Pura
  • 17 septiembre, 2021
  • Rafael Lemes
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Habíamos visto cómo Elías huyó debido a las amenazas de Jezabel y también cómo el Ángel del Señor le sustentó dos veces, y sin embargo el profeta se metió en una cueva. Así que Dios en 1 Reyes 19:11-12 no sólo le da una orden a Elías, sino que, además, le da una demostración de poder. Recordemos:
“Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado”.

En primer lugar, Dios le dijo: “Sal fuera”, y el profeta, lleno de miedo, no lo hizo. En este punto, yo les pregunto ¿Cuántas veces hemos dejado de obedecer la Palabra de Dios porque pesa más la inseguridad producto de las malas decisiones? Y esto es porque al igual que Elías, nos descalificamos a nosotros mismos en aquello que Dios nos ha llamado hacer, o renunciamos a mitad del camino como si Dios no tuviera más opción que aceptar nuestra posición.
En segundo lugar, lo que viene es interesante, porque todo el poder que se describe en 1 Reyes 19:11-12 le estaba recordando al profeta quién lo había guardado y respaldado ante sus enemigos y esto tiene mucho que ver con las respuestas que le da el profeta a Dios, porque en el versículo 9 del mismo capítulo, Dios le pregunta a Elías: ¨¿Qué haces aquí?¨, y en el versículo 10 Elías le responde: “Me buscan para quitarme la vida”.

Y aquí está lo interesante, porque después del viento, el fuego y el terremoto mencionados en 1 Reyes 19:11-12, entre los versículos 13 y 14 del mismo capítulo, se repite la misma escena; en el versículo 13 Dios le pregunta nuevamente: ¨¿Qué haces aquí?¨, y en el versículo 14 Elías le da la misma respuesta: “Me buscan para quitarme la vida”.
¿Se dan cuenta a qué me refiero? Muchas veces pensamos o sentimos que no es suficiente para nosotros el cuidado que Dios tiene para sus hijos, ni tampoco lo es todas las maravillas que hace para mostrarnos Su amor; así como Elías no reaccionó de la manera que uno esperaría al ver la fuerza y el poder de Dios, sino que cubrió su rostro y respondió a la misma pregunta dos veces; pero no lo que debía. Muchas veces asumimos del mismo modo la responsabilidad de nuestras propias decisiones.

Con qué facilidad olvidamos de donde nos sacó Dios y de los peligros que nos protege, muchos de ellos que ni siquiera percibimos, es por eso que nuestra actitud debe ser siempre la del salmista cuando dijo:
“Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios” Salmos 103:2 (RVR)

Sería lo ideal ¿verdad? porque la Palabra en la que hemos creído nos describe de lo maravilloso que es nuestro Dios. Sin embargo, el ser humano tiende a repetir los mismos errores una y otra vez cuando su mente está enfocada en los problemas, y es justo en ese momento que se vuelve presa del temor porque asume que su realidad actual determina su vida, y no el amor de Dios que desecha todo temor (1 Juan 4:18).

Elías cayó en el mismo error, temeroso de lo que pudiera pasarle, se apartó de la presencia de Dios, y sólo un silbo apacible lo hizo acercarse nuevamente a Él y después de todo el estruendo descrito en 1 Reyes 19:11-12, llegó la calma.

Jesucristo mismo dijo que:
“Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas… Juan 16:33 (a) (NTV)

Esto es una probabilidad innegable que no cambiará sólo por el hecho de que te escondas o la ignores, pero las siguientes palabras de Jesús son una realidad constante:
…pero anímense, porque yo he vencido al mundo”
Juan 16:33 (b) (NTV)

No importa cuán complicado sea lo que nos arroje el mundo, hay algo que debemos tener siempre presente, y es que, aunque Dios se revele de manera sobrenatural o a través de una voz apacible como lo hizo con Elías, la actitud de nuestro corazón debe estar provista de humildad, teniendo como base el reconocimiento de nuestros errores, para que no tengamos que escondernos como lo hizo Elías.

“Bendito el hombre que confía en el SEÑOR” JEREMÍAS 17:7 (NVI)

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