“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama …”
Juan 14:21 (RVR)
Jesús en Juan 14:21 resumió el amor que todo creyente debería expresarle a Dios, en dos palabras: “tener y guardar” que constituyen la base del ingrediente más importante, el eje que sostiene la vida del creyente, que le da sentido a su caminar en Cristo y es, el Amor. Así que aquí hay varias cosas a considerar para efectos de entender el impacto de lo que hacemos en nuestra vida y como esto determina nuestra eternidad.
En primer lugar, está la motivación con la que el creyente hace lo que dice la Palabra, me refiero a que un estricto cumplimiento de sus principios no es garantía de un corazón totalmente dispuesto a Dios. En segundo lugar, tampoco se puede asumir que una devoción constante es prueba de una verdadera obediencia. En cualquiera de los casos, la motivación puede ser cualquier cosa menos el agradar a Dios.
Pero Jesús nos dice cómo hacerlo correctamente y nos damos cuenta de ello cuando estudiamos con profundidad las palabras que Él usa en Juan 14:21, veamos:
La primera palabra clave que encontramos es “Tener” del Griego (ejo) que implica (conservar, conocer, sostener, posesión, relación; en un sentido más amplio, retener). Dios dejo instrucciones y mandatos en su Palabra que deben ser del conocimiento de todo creyente.
Luego nos encontramos con la palabra “guardar” queen el Griego (suntereo) se entiende cómo: (cuidar de hacer lo que dice la Palabra, mentalmente recordar, obedecer las instrucciones y mandatos inherentes a la Escritura) (2 Timoteo 2:15) Porque es la única y verdadera fuente de conocimiento que libera.
Una vez más, se hace inevitable recordar que Jesús fue el vivo ejemplo de obediencia a Dios y su Palabra. De modo que cuando Jesucristo habla de retener y guardar; lo dice con conocimiento de causa, es decir, Él jamás nos hubiera pedido algo que no haya cumplido. Tomar nuestra cruz y seguirlo implica indiscutiblemente darle el primer lugar a Él; estar dispuestos a obedecer su Palabra sin importar el costo con el único propósito de agradar al Padre.
“Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado sólo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” Juan 8:29 (RVR)
Amar la Palabra a la luz de esta Escritura, es pues, agradar a Dios en todo lo que hacemos, decimos e incluso con lo que pensamos. Hay por supuesto, muchas promesas del Padre para nosotros, pero esto no debe ser la motivación en nuestro caminar en Cristo, sino la de amar a Dios en cada decisión que tomamos, lo opuesto a esto sería odiar a Dios como lo dice Jesús:
“El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece” Juan 15:23 (RVR)
Sencillamente porque Él puso su vida por nosotros 1 Juan 3:16, desechar la Palabra es desechar a Jesucristo mismo Juan1:1. La única manera de amar la Palabra cómo seguidor de Jesús es permitir dejarnos afectar por está y aplicarla.
Creo que Santiago lo define muy bien, y de manera implícita resume de alguna forma lo que significa amar la Palabra de Dios cómo seguidor de Jesús.
“…no olvidando lo que ha oído (la Palabra), sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla” Santiago 1:25 (NVI)
Considero que el amar su Palabra es algo progresivo que se va fortaleciendo conforme es renovada nuestra mente hasta que lleguemos al punto de conectar el oír con el hacer.
Por eso pienso que es fundamental el dedicar tiempo al estudio de las Escrituras independientemente de que hallamos pasado por los mismos versículos una y otra vez; sólo a través del hábito del escuchar y el hacer, es posible aprender a amar su Palabra y seguirlo a Él. Si no fuera necesario, Jesús jamás habría dicho: “Escudriñad las Escrituras…” Juan 5:39 (RVR)
Lo que Jesús dijo aquí no fue una sugerencia sino un mandato, eso nos dice mucho de la urgencia de correr al Evangelio. Una definición de la palabra “escudriñad” en el Hebreo es: “examinar íntimamente” en el Griego traduce “buscar diligentemente”. Si con una vez que estudiemos la Palabra fuera suficiente para llevar una vida que agrade a Dios, entonces el Apóstol Pedro estaría equivocado cuando dijo lo siguiente, después de darles una lista de virtudes en los versículos anteriores:
“Además, considero que tengo la obligación de refrescarles la memoria mientras viva. También me esforzaré con empeño para que aun después de mi partida ustedes puedan recordar estas cosas en todo tiempo”
2 Pedro 1:13,15 (NTV)
El Apóstol Pedro les estaba diciendo: Escuchen bien, ustedes han sido instruidos en la Palabra por la cual han conocido a quién los salvo de la condenación, por su gloria y excelencia para que participaran de la naturaleza divina, y aunque yo sé que ustedes lo saben, no me cansare de recordarles mientras viva estas verdades, porque lo mejor para ustedes es que no lo olviden. De manera que pondré todo mi empeño para que así sea; a fin de que perseveren aun después de que yo haya partido a la presencia de Dios.
Amemos la Palabra de Dios como seguidores de Jesús, siendo no sólo oidores sino también hacedores.