Como han podido notarlo, hay mucho que aprender del libro de Hechos de los Apóstoles. Vamos en la Parte 14 de esta Serie, y apenas vamos a iniciar con el primer viaje Misionero del Apóstol Pablo, teniendo en cuenta que pasamos de largo algunos Capítulos y eventos importantes, como Pentecostés, el encarcelamiento de los Apóstoles, la persecución en Jerusalem, el avivamiento en Samaria, entre otros eventos importantes. Es muy probable que esos Capítulos y eventos los veamos en otras Series; por ahora, debemos avanzar con este estudio, así que iniciemos en este artículo estudiando desde Hechos 13:1-3:
“Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron” (RVR)
El Apóstol Pablo, aquí aparece identificado como Saulo. Varios eruditos han teorizado acerca del por qué el Apóstol aparece inicialmente con el nombre de Saulo y después como Pablo, o incluso por qué la misma Palabra hace la aclaración de que Saulo es Pablo:
Hechos 13:9 (RVR) “Entonces Saulo, que también es Pablo…”
Una de las posiciones sostiene que se debe a que al Apóstol ser Judío, pero también ser ciudadano Romano, poseía dos nombres que usaba conforme le fuera útil según el ámbito en el que estuviera relacionado. Otra de las posiciones sostiene que era común para los Romanos poseer hasta tres nombres, como por ejemplo, Marco Tulio Cicerón, que fue un famoso político, filósofo y escritor Romano. Lo cierto es que nosotros sabemos la importancia que tiene el significado y el orden de los nombres en las Escrituras; y es interesante que uno de los significados del nombre de Saulo sea “el destructor”, y uno de los significados del nombre de Pablo sea “el constructor”. No parece una coincidencia, si tenemos en cuenta que después del primer viaje Misionero, no se vuelve a mencionar al Apóstol, como Saulo, sino bajo el nombre de Pablo. Este cambio de nombre lo veremos unos versículos más adelante.
Vemos entonces que en Hechos 13 aparece el Apóstol Pablo (Saulo en este pasaje) en la Iglesia de Antioquía de Siria, donde por un año había estado enseñando junto a Bernabé, aprovechando el avivamiento que había en esta zona (Hechos 11:26). Estando reunido el Apóstol, junto a otros Profetas y Maestros, mientras ministraban al Señor, recibieron la separación al Ministerio Apostólico Bernabé y, en ese momento, Saulo. Alrededor de 14 años habían pasado para Pablo —preparándose en el estudio y enseñanza de las Escrituras y la devoción a Dios, sirviendo fielmente, sabiendo en su corazón, que Dios lo tenía como instrumento para los Gentiles— cuando llegó el momento en que el Espíritu Santo lo separa para la obra Apostólica, nada más y nada menos que junto aquel que creyó en su llamado desde el principio, Bernabé:
HECHOS 9:27 (LBLA) “Pero Bernabé lo tomó y lo presentó a los apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto al Señor en el camino, y que Él le había hablado, y cómo en Damasco había hablado con valor en el nombre de Jesús”
HECHOS 11:25 (LBLA) “Y Bernabé salió rumbo a Tarso para buscar a Saulo; y cuando lo encontró, lo trajo a Antioquía…”
Quiero hacer un ‘paréntesis’ en esta parte para expresarles algo: nunca permitan que sus deseos superen la guía de Dios en sus vidas. Dios nos ha dado dones y talentos para usarlos en la obra del Ministerio (Efesios 4:13), y en muchas ocasiones nos da pinceladas de a dónde nos quiere llevar, es por eso que debemos:
- Usar los dones siendo fieles al llamado, pero sin forzar las puertas: debemos usar lo que Dios nos ha dado, perfeccionarnos en la sujeción, el servicio, la devoción y sensibilidad a la voz de Dios. El Apóstol Pablo desde el principio empezó a usar lo que Dios le había dado (Hechos 9:20-22), aunque no había sido separado como Apóstol. Él no se autopromocionó como Apóstol; él sirvió mientras esperaba el momento en el que Dios mismo le abriera cada puerta al siguiente nivel. No fuercen las puertas, dejen que Dios se las abra; pero no sentados, sino sirviendo con los que Dios les ha dado.
- Esperar en los tiempos de Dios: Dios tiene su propio reloj, y ese reloj es exacto, nosotros somos los que nos ajustamos a Su reloj, no Él al de nosotros. Él tiene toda la razón cuando hace que suceda, o no, algo. En el año 2015, cuando tuvimos nuestro primer Servicio de Iglesia Palabra Pura, mencioné cómo por décadas había esperado el cumplimiento de la Palabra que había recibido respecto a mi Ministerio. He aprendido a servir mientras llega el tiempo de Dios. He aprendido a no forzar las puertas y los tiempos. Pero muchas personas, por no esperar, están haciéndose daño y haciendo daño a los demás; muchas personas, que siendo llamadas al Ministerio, al contrario de servir fielmente, salen a “abrir obra”, y terminan abusando de su llamado, porque nunca estuvieron alineados a los tiempos de Dios. No sigan ese mal ejemplo, sigamos el ejemplo del Apóstol Pablo.
Así que una vez el Espíritu Santo les indica a las autoridades que deben separar a Bernabé y a Saulo y enviarlos a la obra Apostólica, les imponen las manos para separarlos (esto es lo que conocemos como la Ordenación), y salen estos dos grandes hombres de Dios bajo la legalidad y Bendición de Dios, aún sujetos a la autoridad de la Iglesia de Antioquía, a cumplir con la Misión de llevar el Evangelio a territorio Gentil (Hechos 13:3).
Bernabé y Saulo, luego de bajar al puerto de Seleucia, salen rumbo a Chipre. Desde allí retomaremos nuestro Estudio.
HECHOS 13:4 (RVR) “Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre”
Muchas gracias por la explicación de Hechos de los Apóstoles, interesante saber hasta el significado del nombre de Saulo nunca lo había escuchado, gracias de nuevo pastor Rafael y Dios lo siga usando para enseñar el verdadero Evangelio de Cristo. Bendiciones