Iglesia Palabra Pura

“Téngannos los hombres por ministros de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.” 
1 Corintios 4:1-2 (RVG)

Se tiene la errónea idea de que estos versículos no aplican a todos los creyentes, sino solamente a las cinco Oficinas Ministeriales, sin embargo, en el contexto de este versículo se está refiriendo a todos los hijos de Dios; ya que tenemos la tarea y la responsabilidad de ministrarnos y edificarnos unos a otros. Aquí la Palabra “ministros, que en otras versiones se traduce como servidores, es mucho más que servir una mesa, como muchos lo creen.

Considero que a través de ver una experiencia que cambió la vida del Apóstol Pablo, para siempre, les puedo ilustrar mejor el punto que quiero establecer. Vayamos a las Escrituras:

HECHOS 26:16 (RVR) “Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti”

La palabra ministro en este versículo, en el Griego, tiene el mismo significado que la palabra ministros en 1 Corintios 4:1, que viene del Griego: Huperétes; que significa: una persona que está abajo, refiriéndose a alguien que está bajo una condición de indignidad extrema debido a su conducta. En aquel tiempo, tal persona era condenada a vivir en un lugar acorde a su condición, remando en el lugar más bajo de un barco de tres niveles, del cual nunca más saldría.

El Apóstol Pablo aceptó con gusto este título, con tal de servir; con el único propósito de compartir la Buenas Nuevas del Evangelio. Yo me pregunto: ¿Cuál sería la respuesta de muchos cristianos, si Jesús se les apareciera y los llamara Huperétes? ¿Estarían dispuestos a decir sí? Gran parte de los cristianos seguramente responderían: ¡No! Porque la mayoría de creyentes de hoy están acostumbrados a la comodidad, a lo fácil; y los que están en autoridad, muchos de ellos también dirían que no; porque les importa más la atención que trae sobre ellos el título que ostentan, pero la verdad es que no tienen conocimiento realmente de lo que significa servir en el Ministerio.

El Apóstol Pablo sabiendo lo difícil que es el llamado que se le hizo, y que su reputación quedaría por el piso, aun así, abrazó su llamado; lo cual es difícil de digerir, teniendo en cuenta que quien decide aceptar dicho llamado, tiene la responsabilidad de administrar, es decir, ejecutar lo que se le ha encomendado, y que no tiene derecho de escoger lo que hace o deja de hacer.

Se tiende a confundir la libertad de elegir sobre qué camino tomar en la vida, con la libertad que nos es dada por aquel a quien decidimos servir. De modo que, si ustedes son administradores de aquello que no les pertenece, tienen que seguir órdenes, y rendir cuentas de lo que hacen.

En esa posición de Huperétes no somos nadie sin Dios, tenemos un muy buen ejemplo en la Palabra que nos dice lo siguiente:

3 JUAN 1:3 (RVR) “Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad”

El Apóstol Juan está reconociendo el buen testimonio de Gayo, que llegó a sus oídos por boca de terceros; caso contrario a lo que sucede con otro personaje mencionado en el mismo capítulo:

3 JUAN 1:9 (NVI) “Le escribí algunas líneas a la iglesia, pero Diótrefes, a quien le encanta ser el primero entre ellos, no nos acepta”

Esta persona no respetó la autoridad de Juan y empezó a tomar decisiones basado en su propia sabiduría, porque seguramente, así como muchos hoy, no entendió el llamado de los Huperétes, llamado que nos indica que estamos en una carrera donde tenemos que servirle a Él, y para ello tenemos que abrazar cambios, que, aunque nos cuesten, sabemos qué hacemos lo correcto, no sólo al entender, sino también al aplicar.

Todos los títulos de los que el Apóstol Pablo se enorgullecía no valieron nada cuando Jesús se le apareció (Filipenses 3:5-6). Dejando todos esos títulos atrás, siguió su caminar como administrador de las riquezas de Dios, bajo el título de servidor Huperétes, sin importar el costo que implicaba semejante cambio.  Y porque fue fiel, el Señor lo exaltó (1 Corintios 4:2).

Cada que escuchen el nombre de Jesucristo, no olviden a quien pertenecen y a quien sirven, porque ustedes fueron llamados a ser testigos de lo que Él ha hecho en sus vidas, y cuando otros vean su caminar en Cristo, serán reconocidos por lo que Él ha puesto en ustedes. Esa es la única realidad que reflejará una vida victoriosa, es la única realidad que importa.

4 comments on “HUPERETES – PARTE 1

  1. Cada vez más asombrada de las escrituras y la manera en que el pastor Rafael las explica , gracias por compartir tanta sabiduría y conocimiento de la Palabra de Dios. Bendiciones

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