EFESIOS 4:26-27 (RVR)
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo”
Cuando dos personas unen sus vidas en matrimonio, debemos entender que no sólo se están uniendo físicamente, sino que, además, están uniendo un sinnúmero de patrones de pensamientos y hábitos, generados por todo un pasado lleno de experiencias tanto positivas como negativas. Esto, al inicio de la relación (en la etapa de noviazgo) no parece ser un problema, ya que ingenuamente él o ella piensan que sólo es cuestión de dar el sí en el altar para que la otra persona entienda que su forma de ver y hacer las cosas no está bien y, por lo tanto, deseará “voluntariamente” adoptar los hábitos de su pareja, porque son mejores que los que tiene hasta ahora.
Pero ¡oh sorpresa! Ninguno de los dos cree que está mal la forma en que piensan y hacen las cosas. Así que cada uno entra en el modo campo de batalla, porque ninguno de los dos quiere ceder, y por lo tanto son dignos de recibir la bienvenida que les da a las parejas el Dr Gary Chapman, en su libro “Los 5 Lenguajes del Amor”: “Bienvenidos al mundo real del matrimonio, donde siempre hay cabellos en el lavabo y pequeñas manchas blancas cubren el espejo… En este mundo, una mirada puede herir y una palabra destrozar. Los amantes íntimos pueden convertirse en enemigos, y el matrimonio en un campo de batalla”. Por supuesto Dios nunca planeó que el matrimonio se convirtiera en un campo de batalla, en realidad Sus planes siempre son de paz y de bienestar (Jeremías 29:11).
Antes de hablar sobre cada área en la que se ve afectada la relación matrimonial, primero dejemos claro que nuestro cónyuge no es nuestro enemigo. Detrás de todas las heridas que han venido afectando el matrimonio, hay un autor intelectual, y este es satanás, quien desde el principio ha estado dividiendo de una manera astuta. En realidad debes ver a tu cónyuge como tu mejor aliado, donde juntos, hombro a hombro, pueden vencer al enemigo de las relaciones matrimoniales, satanás.
Has tenido problemas con tu cónyuge porque no te has tomado el tiempo de conocerlo. Has preferido crearte una cantidad de expectativas, de lo que para ti debe ser la forma en que tu cónyuge debe pensar y actuar; sin embargo, es mejor dedicar tiempo en conocerse mutuamente, para que luego no se sientan decepcionados el uno del otro, y que conociendo las fortalezas y debilidades del otro, puedan trabajar en la relación como uno solo. Es así que verán el fruto de su trabajo en el matrimonio.
ECLESIASTÉS 4:9 (NVI)
“Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo”