Si compraras un electrodoméstico, por ejemplo una lavadora, creería que lo primero que harías antes de usarla sería ir al manual de instrucciones, ya que necesitas saber qué botones presionar, qué debes hacer y por supuesto qué no debes hacer. Si eres una persona sensata, y las instrucciones dicen que debes conectarla a la corriente eléctrica, no omitirías ese punto, porque quedarías como un tonto si esperas a que funcione de otra forma; o si dice que no intentes abrir la tapa cuando esté en el proceso de lavado, no lo harías, a menos que quieras destapar una “caja de pandora” desagradable.

Uso este ejemplo como una ventana para explicarte cómo la Palabra de Dios es como un manual de instrucciones para el Cristiano. Es la Palabra de Dios la que nos dice para qué fuimos creados y cómo logramos activar cada promesa de Dios en nuestra vida, no podemos simplemente ignorar la Palabra, necesitamos de ella en cada paso que damos.

Así que si algo no sale tal como Dios lo dice en Su Palabra, no es culpa de Él como el creador de las instrucciones, es culpa de nosotros por no seguir al pie de la letra lo que Él nos dice que hagamos.

Centrándonos en el tema de Finanzas, hay dos caminos que podemos seguir: a nuestra manera o a la manera de Dios. La diferencia está en que en nuestras fuerzas somos nosotros los que pagamos, pero a la manera de Dios es Él quien paga. Déjame mostrártelo por medio de algunas Escrituras:

GÉNESIS 16:2 (RVR)

“… Mira, el Señor no me ha permitido tener hijos, pero te ruego que te unas a mi esclava Agar, pues tal vez tendré hijos por medio de ella”

Dios le había prometido a Abraham que le daría una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo (Génesis 15:5), sin embargo, los años pasaban y Abraham y Sara no veían la manifestación de esa promesa; así que a Sara le pareció que a lo mejor le podía dar una “ayudita a Dios” al entregarle a su esclava a Abraham, pero no era eso lo que Dios tenía planeado para Abraham; Dios ya le había prometido un hijo y este se lo daría por medio de su esposa legítima, Sara. Tú y yo sabemos cómo los problemas llegaron posteriormente por cuenta de esa “ayudita para Dios”. ya que esa decisión de entregar a Agar a Abraham sólo fue producto de un intento humano, no una inspiración Divina.

GÁLATAS 4:22-23 (NTV)

“Las Escrituras dicen que Abraham tuvo dos hijos, uno de la mujer esclava y el otro de su esposa, quien había nacido libre. El nacimiento del hijo de la esclava fue el resultado de un intento humano por lograr que se cumpliera la promesa de Dios; pero el nacimiento del hijo de la libre fue la manera en que Dios cumplió su promesa”

Cuando hablamos de vivir una vida próspera conforme a la Palabra, no podemos pretender “ayudarle a Dios” a través de la deuda o violando los principios que Él ha establecido, por ejemplo el de la Siembra y la Cosecha. Eso simplemente nos traerá resultados en la carne, y es allí donde nosotros terminamos pagando los intereses, pero cuando decidimos vivir a la manera de Dios, Él es quien asume todas nuestras cuentas, y empezamos a vivir en abundancia.

Hay personas que se meten en deudas, y luego oran a Dios pidiendo un milagro instantáneo  para pagar los intereses, pero así no funciona; si tomaste decisiones en tu carne, vas a recibir consecuencias que Dios quería evitarte y constantemente te lo advertía.

Ahora, no todo está perdido, siempre en Dios hay una salida. Si ahora mismo tienes deudas, por las malas decisiones que has tomado en tu carne, puedes orar a Dios, pero por Sabiduría, para que te muestre cómo pagar pronto tus deudas y salir lo más bien librado posible, con el compromiso de nunca más volver a la práctica del endeudamiento.

Espero que a partir de este día, cada vez que tengas una decisión que tomar, te detengas unos minutos a pensar: “¿A la manera de Dios o a la mía? A la mía pago yo, a la de Dios, Él paga, ¿Cuál decisión tomaré?”.