Juan 13:34 (RVR)

“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”

El caminar en Cristo debe ser un caminar en amor. Este mandamiento nos lo dejó el Señor Jesucristo como una prueba de que realmente somos Sus discípulos, y cuando se refiere a mandamiento, nos está dejando claro que no es una opción.

¡Qué fácil es amar a las personas que hacen todas las cosas como esperamos que las hagan; cuando nos miran de la forma correcta, cuando nos hablan con el tono que nos gusta y cuando siempre están de acuerdo con lo que pensamos y decimos! Pero todos sabemos que es bien difícil caminar en amor si lo hacemos basados en nuestros sentimientos. No obstante, si vemos la directriz de Jesús, Él no condicionó el mandamiento a un tipo de personas y a los sentimientos que ellas nos generen, simplemente nos dijo: “Ámense unos a otros como yo los amo”.

En nuestro caminar nos vamos a encontrar con que vamos a tener que aprender a lidiar con la ofensa, esto es inevitable, ya que todos tenemos distintos temperamentos y formas de hacer las cosas; si no aprendemos a lidiar con la ofensa esta se puede convertir en nuestra constante piedra de tropiezo.

El amor que Jesús nos estaba ordenando darle a los demás, no era el amor basado en los sentimientos naturales, Jesús se refería a que nos  amemos unos a otros de la misma forma en que Él nos ama, y este es el amor que proviene de Él, el amor ÁGAPE que es un amor que se da por Gracia, es decir, es incondicional. Uno de los mejores ejemplos de amor Ágape lo encontramos en:

Juan 3:16 (RVR)

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”

Gálatas 2:20 (RVR)

“…el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”

¿Lo ves? Es un amor a pesar de…y tal vez estés de acuerdo en que Dios nos ama de esta forma, pero pensarás que tú no puedes amar así porque “tan sólo eres tú”, una persona llena de imperfecciones, sin embargo, te recuerdo que nuestro espíritu es perfecto, así que te invito a que vayamos a la Palabra y busquemos qué dice acerca del amor en nosotros:

Romanos 5:5 (RVR)

“porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”

Gálatas 5:22 (RVR)

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe”

Entonces ya no tenemos que pedir amor, simplemente ya estamos equipados en nuestro espíritu con el amor, y no es un amor común, es el mismo amor de Dios, el mismo que entregó a Jesús en nuestro lugar en la cruz, el mismo que dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, y nuestra tarea ahora es sacar ese amor que ya Dios derramó en nosotros.

Te voy a enseñar un Principio para no caer en la trampa de la ofensa continua, y por el contrario caminar en amor, es muy fácil: No pierdas tiempo en escuchar al enemigo.

En Nehemías 6:3 encontramos que dice: “…Estoy ocupado en una gran obra, y no puedo ir. Si bajara yo a reunirme con ustedes, la obra se vería interrumpida” (NVI).

Déjame ponerte en contexto, Nehemías estaba liderando la reconstrucción de los muros de Jerusalén, y desde que comenzó a liderar la obra recibió gran oposición que trataba de frenar lo que se había propuesto a terminar. Así que cuando Nehemías estaba terminando la obra y afinando detalles, nuevamente los enemigos trataron de frenar el proyecto y lo mandaron a llamar para hacerle daño. Pero los enemigos de Nehemías no esperaban esta impresionante respuesta que los dejó avergonzados, pues por más que lo intentaron convencer, una y otra vez, no pudieron frenar la obra, porque Nehemías estaba determinado a no perder el tiempo con ellos.

Tomo esta historia para enseñarte este principio de no perder el tiempo escuchando al enemigo, ya que muchas de las ofensas que permitimos que gobiernen nuestro corazón, al contrario de sacar el amor que ya tenemos en nuestro espíritu, se debe a que perdemos tiempo escuchando: “Esta persona lo hizo con esa intención”, “te quiere destruir”, “si realmente te amara actuaría de esta forma…”. Y te puedo dar una lista de pensamientos dañinos que pueden venir a nuestra mente y que tratan que caminemos con un corazón ofendido, pero ¿no te parece que es mejor decirle a esos pensamientos: “Estoy ocupado en una gran obra, y no puedo ir a escuchar esos pensamientos”?

Así que cada vez que alguien haga algo que te ofenda, simplemente resístete a pensar sobre el tema y analizarlo a fondo para tratar de ver las “verdaderas intenciones” y mejor aprovecha para decir: “Momento de sacar el amor que tengo”. Verás que cuando más te concentras en extender el amor de Dios a la otra persona, a la ofensa no le quedará mas remedio que desaparecer avergonzada.