HEBREOS 6:1-2 (RVR) “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno”

Si la primera doctrina nos dice que el primer fundamento básico de Cristo es el arrepentimiento, es decir, el cambio de dirección de las obras muertas; la segunda doctrina nos traza el camino hacia el lugar correcto: la fe en Dios. Continuemos esta Serie estudiando la segunda doctrina básica de Cristo:

DOCTRINA #2 FE EN DIOS.

No es lo mismo creer que Dios existe, a tener fe en Él. La Palabra nos muestra que los demonios también creen en la existencia de Dios, e incluso tiemblan:

SANTIAGO 2:19 (NTV) “Tú dices tener fe porque crees que hay un solo Dios. ¡Bien hecho! Aun los demonios lo creen y tiemblan aterrorizados”

Pero no es suficiente sólo creer que Dios es real, la fe implica una absoluta confianza en lo que Dios dice y Promete. El Apóstol Pablo no se sometió voluntariamente a soportar la persecución por predicar el Evangelio, sólo en la creencia de que Dios existe; su fe estaba en el valor que él le daba a lo que Dios había prometido a aquel que sufriera por su causa.

Cuando él recibió a Jesucristo como Señor y Salvador, inició su caminar bajo la Promesa de que él padecería por causa de Jesucristo, pero que lo haría siendo un instrumento en las manos de Dios (Hechos 9:15-16).

HEBREOS 11:1 (RVR) “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”

El Apóstol Pablo no podría haber hecho la labor impresionante que llevó a cabo —que hasta el día de hoy admiramos— si él no hubiera puesto su fe en Dios, si él no hubiera estado totalmente convencido de que Dios cumple Su Palabra. Esa certeza que él tenía la vemos en sus declaraciones antes de entregar su vida como un mártir:

2 TIMOTEO 1:12 (RVA) “Por esta razón padezco estas cosas, pero no me avergüenzo porque yo sé a quién he creído, y estoy convencido de que él es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”

Él no dijo: “yo creo que Dios existe”; él dijo, en otras palabras: “Yo tengo una relación con Dios, lo conozco y estoy convencido de que no es en vano mi lucha, porque Dios no miente, Él tiene todo el poder para que, aunque me ausente del cuerpo, reciba mis recompensas eternas prometidas”. Es decir, el Apóstol no sólo creía en la existencia de Dios, sino que, además, que Él es galardonador de los que le buscan:

HEBREOS 11:6 (RVR) “porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”

La mayoría de personas se quedan en la primera parte de este versículo, y se sienten satisfechos de por lo menos no negar la existencia de Dios. Pero en realidad la fe en Dios debe ser completa, y esta se manifiesta en el Hacer la Palabra, confiando en que Dios es galardonador. Sin embargo, hay una gran cantidad de cristianos creyendo que Dios es real, pero haciendo todo en sus fuerzas, frustrados por los resultados limitados; simplemente por no creerle a Dios y actuar conforme a Sus Principios, sabiendo que la recompensa vendrá del Dios galardonador.

Cada uno hágase la pregunta: “¿Yo creo en Dios y le creo a Dios? ¿O sólo creo en Dios?”. Porque creerle a Dios nos tiene que llevar a la acción, sabiendo que de Él viene la recompensa. Ese era uno de los puntos en los que enfatizaba el Pastor Santiago, él decía:

SANTIAGO 2:18 (LBLA) “Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”

Santiago estaba en otras palabras diciendo: “¿Cómo pueden decir que le creen a Dios, si no hacen lo que Él les pide? No sólo sirve que oigan que Dios puede hacer algo, accionen, hagan la Palabra, y podrán decir que realmente le creen a Dios”.

Espero que esta segunda doctrina los haya dejado meditando sobre qué realmente es la Fe en Dios. En el próximo artículo veremos la tercera doctrina básica de Cristo.