En algunas ocasiones, se me han acercado personas, un poco angustiadas respecto a no entender cuál es la voluntad de Dios para sus vidas, y creo que lo que están tratando de expresar es que no encuentran en la Palabra de Dios la voluntad ESPECÍFICA de sus vidas respecto a su propósito en la tierra. Así que estas personas están buscando que de alguna forma yo tome decisiones por ellas y les diga cuál es su llamado, pero la verdad es que así no funciona, cada uno de nosotros debe descubrirlo, y para ello se requiere tiempo, conocimiento de la Palabra, intimidad con Dios, crecimiento, madurez y entrega.

Sin embargo, hay algo que sí puedo explicarles hoy, que considero son 3 llaves sobre la voluntad de Dios para todos los creyentes, sin excepción alguna, que al tomarlas y aplicarlas, nos abren puertas para avanzar en nuestro propósito en la tierra, o como también podemos llamarlo: la voluntad de Dios específica para nuestras vidas. Déjenme les muestro cuáles son esas llaves.

LLAVE 1: LA SANTIFICACIÓN

1 TESALONICENSES 4:3 (NVI) “La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual”

Podríamos definir la palabra santificación como el acto de separar algo para un propósito especial. Este principio es muy fácil de entender, porque la verdad constantemente lo aplicamos en las diferentes áreas de nuestra vida; por ejemplo, en áreas simples como cuando separamos un cepillo exclusivo para limpiar nuestros dientes, y nos escandalizaríamos si nos diéramos cuenta que alguien usó nuestro cepillo para algo diferente, como para limpiar un baño, porque sabríamos que su uso ha sido contaminado. Bueno, en este ejemplo tan simple podemos entender un poco qué significa que la voluntad de Dios es nuestra santificación: que aunque Dios nos ha dado libre albedrío, Su voluntad es que nos separemos para vivir agradándole.

Jesús, en la tierra oró al Padre que nos santificara, Él dijo: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17 [RVR]). Dándonos a conocer que es en la Palabra de Dios donde encontramos cómo nos separamos para ser usados exclusivamente por Dios, y por ende, cómo nos cuidamos de no ir en contra de esa santificación.

1 CORINTIOS 10:23 (TLA) “Algunos de ustedes dicen: «Yo soy libre de hacer lo que quiera.» ¡Claro que sí! Pero no todo lo que uno quiere, conviene; ni todo fortalece la vida cristiana”

El Apóstol Pablo nos advirtió que, aunque ya no estamos bajo la Ley, y no tenemos un señalamiento que nos quitará la Salvación, esto no significa que nos conviene hacer cualquier cosa. ¿Por qué? Porque podríamos dejar de caminar en la santificación, es decir, en nuestro enfoque en Dios y Su Palabra.

La santificación implica un apartarse de lo que no le agrada a Dios, como la inmoralidad sexual, que también lo indica 1 Tesalonicenses 4:3. Pero no sólo nos debemos apartar de la inmoralidad sexual, sino de todo aquello que la Palabra llama pecado, no decoroso, no digno de ser alabado, no de buen nombre.

FILIPENSES 4:8-9 (LBLA) “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad. Lo que también han aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practiquen, y el Dios de paz estará con ustedes”

La santificación en Dios compromete todas nuestras áreas. No solamente se trata de a qué Iglesia vamos y cuántos días a la semana vamos a la Iglesia. También implica en qué enfocamos nuestros oídos, ojos, pensamientos y palabras cada minuto de nuestra vida, y por ende, de qué nos apartamos que no vaya alineado a la Palabra. Pregúntense, ¿lo que oigo, veo, pienso y digo va de acuerdo a la Palabra?

Si realmente queremos identificar claramente cuál es nuestro propósito específico y caminar en él, necesitamos entender la importancia de la santificación.

LLAVE 2: EL AGRADECIMIENTO

1 TESALONICENSES 5:18 (NTV) “Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús”

Cuando un cristiano es agradecido con Dios a pesar de sus circunstancias naturales, puede caminar en fe sin importar sus sentimientos, lo que le permite mantenerse en constante avance. Por el contrario, un cristiano desagradecido se derrumba fácilmente en su ánimo, porque cualquier circunstancia lo lleva a quejarse de lo que no ve, siendo igual a la persona que describe Santiago, que es como una ola del mar, que va de aquí allá, y nos dice Santiago “No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor, siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos”. ¿Por qué Santiago nos dice que el que actúa así no recibirá cosa alguna del Señor? Porque la Gracia de Dios sólo se recibe por fe, y si no hay fe, no hay materia prima para la manifestación del poder de Dios, y el desagradecimiento es precisamente uno de los síntomas que nos revela la falta de fe (confianza en Dios).

Así que si queremos caminar en el propósito específico de Dios en nuestra vida, tenemos que acostumbrarnos a que el agradecimiento sea una constante en nosotros. Si tan sólo todos los cristianos entendiéramos la Gracia que se libera cuando somos agradecidos; nos taparíamos de forma consciente la boca antes de pronunciar cualquier queja, ya que esta llave abre puertas hacia la promoción dentro del propósito.

LLAVE 3: SOMETIMIENTO A LA AUTORIDAD

1 PEDRO 2:13-15 (NBLA) “Sométanse, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al rey como autoridad, o a los gobernadores como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, ustedes hagan enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos”

Satanás fue el primero que no quiso someterse a la autoridad, levantándose contra Dios mismo, por eso es que vemos desde el momento en el que tentó a Eva que ha impulsado por toda la historia de la humanidad una cultura de anarquía, es decir, una cultura que siempre se va en contra de la autoridad y sus mandatos. No obstante, los creyentes en Jesucristo, aunque vivimos en el mundo, no somos del mundo (2 Corintios 10:3), por lo que debemos rechazar la cultura de anarquía y seguir la cultura que nos dicta la Palabra, sobre respetar y someternos a la autoridad.

Mi esposa, la Pastora Adriana, tiene una frase espectacular: “Quien no está bajo autoridad, no puede estar en autoridad”. Y este principio aplica en todas las esferas y dimensiones. Un creyente debe someterse a Dios, pero también a la autoridad humana, obviamente, siempre y cuando esa autoridad no atente contra la máxima autoridad que es Dios y Su Palabra. Sin embargo, ahora es común, incluso entre cristianos, los casos de irrespeto a los padres, jefes, Pastores y funcionarios del gobierno, desconociendo que este comportamiento sí importa delante de Dios, y puede ser motivo para frenar una promoción en su propósito específico.

Todo creyente que quiera caminar cumpliendo su llamado en la tierra debe aterrizar y entrar en sí sobre esta gran verdad, porque si no se verá siempre limitado, ya que el sometimiento es símbolo de humildad, y la Palabra dice que Dios sólo exalta, o sea promociona, al humilde, pero al orgulloso (que no se sujeta a la autoridad) lo mira de lejos.

Pregúntense: ¿Respeto y me someto a mis autoridades? ¿Tengo un problema para recibir órdenes? ¿Me ofendo si alguien me da una instrucción? Porque esas respuestas les llevarán a hacer ajustes para que esta llave funcione y les abra puertas, que pueden estar cerradas.

Cuando ustedes se someten como manda el Señor, dan buen testimonio, y la Palabra nos indica que aunque las personas podrán acusarles de muchas cosas, no podrán cuestionar su testimonio, porque sus hechos hablarán por sí solos. Aprendan a someterse a las autoridades, y verán cuántas puertas se les abrirán.

Nuevamente, yo no les puedo decir a ninguno de ustedes, cuál es su llamado específico, pero sí les puedo compartir estas llaves generales del creyente que abren puertas dentro de cada llamado.