ME REHUSÉ A ACEPTAR EL CÁNCER DE SENO
Soy Deisy Viviana López Marín. Aunque había conocido del Evangelio en otra Iglesia, como a los 21 años, era una cristiana con muchos temores, que sólo sabía que era salva y que un día estaría en el Cielo, porque ignoraba el poder y la autoridad que Dios nos ha dado a los creyentes para vivir una vida en abundancia desde el Nuevo Nacimiento; hasta que llegué a Iglesia Palabra Pura. ¡Uff, para mí fue un cambio total! Recibir enseñanzas con base en los principios de la Palabra, pero explicadas de manera simple y detallada, con un paso a paso, revolucionó mi mente. Y es por eso, que aquí estoy desde el año 2017 y aquí me quedo.
Hoy, como miembro de Iglesia Palabra Pura, quiero compartirles este testimonio:
En el año 2022, empecé a sentir una bolita pequeña en el seno derecho. Al principio no me pareció extraño, porque solamente la sentía en cada ciclo menstrual, así que pensaba: “Eso debe ser hormonal, yo no tengo nada raro en mi seno”, por lo que no le presté mayor atención. Sin embargo, cada que sentía la bolita en mi seno, oraba y me ungía con el aceite de la unción, y ya, simplemente no le daba mayor trascendencia ni se lo comentaba a nadie.
Esa situación se siguió repitiendo, hasta que en el mes de septiembre de 2023, para el mismo tiempo del ciclo menstrual, sentí la molestia en mi seno, pero con algo adicional, y es que ya no palpaba una pequeña bolita, para mi sorpresa esta había crecido de gran manera, sin darme cuenta. Fue en ese momento que le conté a mi esposo lo que me venía pasando, y él me pidió que fuera inmediatamente a un chequeo médico.
El día de la cita, la médico general ni siquiera me examinó, simplemente me dijo: “Usted está muy joven, le voy a enviar una ecografía, pero no se alarme que a las mujeres nos salen quistes, inclusive por la lactancia materna”. Por lo que con tranquilidad saqué la cita, pues no me imaginaba que algo malo estaba sucediendo en mi cuerpo.
En la ecografía, el médico que me atendió empezó a preguntarme acerca de mi historial familiar, pues le parecía extraña la forma que tenía la bola en mi seno, ya que no le parecía un quiste, pero tampoco lograba definir qué era. Finalmente me ordenó una biopsia. Y yo, tranquila, como si “me hablaran en chino”, asistí a la cita de la biopsia, esperando el resultado, que tomaba 10 días hábiles para estar listo.
Durante el tiempo de espera del resultado, mi esposo estaba un poco ansioso, pero yo pacientemente esperé mientras me ungía constantemente, meditaba en Isaías 26:3 “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (RVR), y repetía una y otra vez que estaba sana por las llagas de nuestro Señor Jesucristo, que le pertenecía a Él y que nada malo tenía en mi cuerpo.
Cuando pasaron los días hábiles para el resultado, mi esposo lo reclamó y lo leyó, pero no entendió nada. Así que en la noche, cuando llegué del trabajo lo leímos bien juntos, y ahí sí entendimos lo que allí estaba escrito, la muestra de la biopsia mostraba cáncer de seno.
Fue en ese momento con mi esposo que lloré con mucho desconsuelo y rabia, por lo que ese papel decía y lo que yo creía y confiaba respecto a mi sanidad, sin embargo, rápidamente me recompuse y me rehusé a aceptar el diagnóstico, y le dije a mi esposo: “Necesito que me apoye quedándose callado, por favor, no empiece a contarle a todo el mundo (familiares y amigos): <<Mi esposa tiene cáncer>>. Por favor, en esta casa esa palabra no se va a mencionar, y menos delante de la niña (nuestra hija). De aquí en adelante, yo no voy a permitir que los síntomas me hablen, vamos a hacer médicamente lo que sea necesario, porque Dios ya me dio la victoria, yo estoy sana, y lo que sea que esté allí es ilegal”.
Al siguiente día, tenía una cita de medicina general, y la doctora nos explicó un poquito más el resultado y nos indicó que yo entraba como a un plan especial de salud en el que me atenderían y que de allí mismo se encargarían de llamarme para empezar un tratamiento.
La primera cita que me asignaron fue con la Mastóloga, quien además de explicarnos con más detalle el resultado y cuál era el plan del tratamiento médico, me dijo: “No te preocupes, confía en Dios, vas a salir a adelante”. Al escuchar sus palabras, me sorprendí, porque ella no me estaba pidiendo confiar en el tratamiento, sino en Dios. Por lo que siento que Dios usó esa situación para, por medio de las palabras de la doctora, afirmar mi confianza en Él.
Los estudios posteriores revelaron que tenía una masa cancerígena de 88 milímetros, sumado a un (1) ganglio inflamado. Por lo que empecé el tratamiento con el Oncólogo, quien ordenó 6 sesiones de quimioterapia cada 21 días, cirugía, radioterapia y medicina hormonal.
El día de la primera cita con el Oncólogo, era día de Servicio, y sentía que debía hablar con alguien, por lo que al ver a Daniela Cano, quien también fue sanada de cáncer de seno, la tomé del brazo y le conté por lo que estaba pasando. Ella muy amablemente se sentó a mi lado, y dentro de las muchas palabras de aliento que me dio, me dijo: No tenga miedo, … cuando usted esté en la quimioterapia, ore antes de que le apliquen ese medicamento, y ordénele que no le va a hacer nada en otra parte de su cuerpo, que solamente va a atacar esas células dañadas”, y así lo hice.
El 14 de febrero de este año (2024), la Pastora Adriana nos regaló los videos de “Confesiones de Sanidad y Meditaciones de Sanidad”, y de ahí en adelante estas dos herramientas se convirtieron en mis mejores aliados, porque al otro día, 15 de Febrero, me empezaron a hacer las quimioterapias. Entonces, ese mismo día cuando estaba en la quimio, con audífonos puestos mientras me suministraban los medicamentos, yo estaba declarando la Palabra sobre mi vida. Y así lo seguí haciendo en todas las sesiones y, adicionalmente en casa, todas las noches tomaba la Santa Cena y repetía las confesiones de sanidad; tanto que mi esposo empezó a reconocer que la oración era lo que me hacía permanecer en pie, aunque ese tratamiento de quimio fuera tan fuerte.
Curiosamente, para el tiempo en el que abrieron las inscripciones para la Escuela de Sanidad, me habían extendido el tiempo entre sesiones de quimioterapia, ya que tuve una baja de defensas, y ya no debía ir cada 21 días, sino cada 30 días, por lo que fue justo el tiempo que necesitaba para participar de las 4 semanas de la Escuela.
Debo confesarles que aunque estaba confiando en la sanidad que Jesús ganó por mí, tuve momentos de incertidumbre y nerviosismo, al pensar en los efectos del tratamiento y cómo manejar el proceso con mi hija que tiene tan sólo 10 años, sobre todo sentí mucha tristeza cuando se me cayó todo el cabello producto de la quimioterapia.
Pero cuando participé de la Escuela de Sanidad me sentí muy bien, porque el señor renovó mis fuerzas, reforcé lo que ya en algún momento había estudiado por medio de los audios y las enseñanzas de nuestros Pastores, y algo que me impactó mucho, fue estudiar allí el versículo de Santiago 4:7 “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (RVR), porque desde que me dieron el mal diagnóstico, eso fue precisamente lo que me propuse a hacer, someterme a Dios, para resistir al diablo.
Ya pasé por las seis (6) quimioterapias y la cirugía, y es evidente que Dios ha obrado en mi cuerpo, porque el 20 de Agosto de este año, cuando me realizaron la cirugía, la doctora que me estaba dando la orden para salir de la clínica me dijo: “No sé qué fue lo que saqué, porque el tejido no se veía dañado, sacamos lecho tumoral, pero no se notaba nada y vaciamos los ganglios”. Luego, mandaron lo que retiraron a patología para analizar el resultado, y en la siguiente cita con la doctora me dijo que efectivamente cuando me hicieron la cirugía para retirar el tumor, no había quedado casi nada de este, que solamente habían encontrado 3 mm, y de 5 ganglios analizados, sólo 2 tenían signos de metástasis, los demás estaban sanos.
¡Gloria a Dios! Celebro la sanidad progresiva que Dios ha manifestado en mi cuerpo, y sigo sometiendo mis pensamientos a la obediencia de Cristo, porque creo en la manifestación completa de sanidad.
Estoy muy feliz y agradecida con Dios por todo lo que ha hecho en mi vida, y estoy muy agradecida con la Iglesia, con el acompañamiento que me ha dado, con el apoyo de los miembros de la Iglesia y de los Pastores. Yo realmente siento que si no hubiese sido por la enseñanza que he recibido y por estar bajo esta cobertura, quizás lo que yo les estoy narrando ahora con tanta tranquilidad, no hubiera sido igual, porque como lo indiqué al principio del testimonio, yo no era así, yo tenía muchos miedos por la ignorancia que tenía de la Palabra.
A todas las personas que estén pasando por noticias de diagnósticos iguales o parecidos al que me dieron, les pido que crean a la Palabra de Dios, que mediten en Sus promesas, y sobre todo que peleen la Batalla en la mente, porque las emociones nuestras y las voces externas de familiares y personas que no conocen a Dios, nos pueden hacer tambalear de la fe y la verdad, y de esa forma frenarnos de creer por la manifestación de la herencia de sanidad ganada en la cruz por nuestro señor Jesucristo.
Que hermoso testimonio.
Que toda la honra y la gloria sea para nuestro señor Jesucristo!