FERNANDO FUE PROTEGIDO DE UN HURTO A MANO ARMADA

Me llamo Fernando Martínez. Soy Miembro de Iglesia Palabra Pura desde el año 2022. Hoy quiero compartirles un maravilloso testimonio de Protección Divina:

Casi toda mi vida he practicado artes marciales, para ser más específico, llevo 52 años entrenando. Tengo una academia en la que capacito a estudiantes en tres divisiones de las artes marciales: Hap Kido, Kung Fu y Krav Maga (que es un sistema israelí de defensa personal y combate cercano).

Durante muchos años, establecí la costumbre de trasladarme caminando desde mi casa en Dosquebradas hacia la Sede principal de la Iglesia que está ubicada en la ciudad de Pereira. Disfrutaba enormemente el trayecto, porque mientras tanto iba orando, dándole gracias a Dios y declarando Su Palabra.

Para cruzar de Dosquebradas a Pereira debía cruzar el famoso viaducto César Gaviria. Siempre lo hacía los domingos, tranquilo, sin angustia alguna, pero manteniendo la precaución necesaria. Fue justo en ese sector donde un domingo del mes de enero un hombre intentó robarme mientras me amenazaba con un cuchillo.

Ese día estaba muy nublado, había estado lloviendo, por lo que decidí salir más temprano de lo normal, 7:30 a.m., con mi chaqueta, paraguas y un bolso donde cargo la Biblia y un cuaderno para tomar notas del Servicio.

Cuando estaba cruzando el viaducto, pasó por mi lado un joven bastante alto y musculoso, vestido de camiseta blanca y jeans. No me generó confianza, por lo que estuve bastante atento a sus movimientos. De repente, por el rabillo de mi ojo logré percibir que se devolvió hacia mí y, casi en segundos, me agarró fuertemente de la chaqueta hasta reventármela, por la zona de uno de mis hombros.

Este hombre, al mismo tiempo que me insultaba con palabras grotescas, empezó a  desenfundar un gran cuchillo que tenía escondido en la parte de atrás. Luego, con el mismo cuchillo procedió a amenazar mi vida diciéndome: “No se vaya a hacer matar”. Pero cuando terminó de decir esas palabras, casi de inmediato, sin que yo le respondiera de alguna forma, me soltó y salió corriendo asustado. No me robó nada ni me hirió con el cuchillo, a pesar de que las calles estaban solas; él solo salió corriendo.

Quizás por la preparación que tengo en defensa personal, el primer instinto que tuve al ver que este hombre se alejaba corriendo, fue salir detrás de él, pero este al ver que lo estaba persiguiendo aceleró mucho más asustado. Allí paré y caí en cuenta de que yo estaba ileso, y seguí entonces camino al Servicio en la Iglesia, un poco conmocionado por la experiencia.

Antes de entrar al Servicio me tomé algo en una cafetería, mientras reflexionaba y salía un poco del impacto del momento, fue allí donde entendí que Dios me había protegido. Ahora tenía un gran testimonio para compartir, y entré feliz y agradecido al Servicio, dándole la gloria a Dios por Su mano Protectora.

Compartí esta experiencia a mis estudiantes de artes marciales, analizando posibles razones del por qué este hombre salió corriendo luego de amenazarme, sin que yo le dijera absolutamente nada o le respondiera con alguna maniobra o técnica de defensa personal. Siempre llegamos a la misma conclusión de que este hombre tuvo que haber visto o sentido algo que le impidió atacarme. No sé exactamente qué fue lo que le pasó a este hombre, pero si sé que Dios le impidió hacerme daño. ¡Por eso, hoy les testifico que Dios me protegió!

“Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro” SALMO 91:3-4 (RVR)