EN IGLESIA PALABRA PURA ME SENTÍ EN CASA
“Iba pasando por la Iglesia y vi que decía Palabra Pura y sentí que debía entrar allí”, “Los escuché en la emisora y por eso estoy en Iglesia Palabra Pura”, “Una servidora del Departamento Evangelístico de la Iglesia me habló del Evangelio y por eso decidí venir a la Iglesia”. Estos son algunos de los motivos por los que algunas personas han venido a nuestra Iglesia y luego han abrazado al precioso Evangelio de la Gracia. Son muchos los testimonios con los que nos hemos encontrado. Pero en esta ocasión, en nuestra sección de Testimonios, les daremos a conocer la historia de cómo unos lapiceros fueron parte importante de lo que Dios usó para que una persona conociera Su Amor en Iglesia Palabra Pura.
Tuvimos el placer de conocer el testimonio de Alexandra Troya, servidora de nuestra Iglesia, en el Departamento Infantil. Alexandra nació en un pequeño pueblo de la Nación de Venezuela. Estudió Administración de Empresas; estudios que le permitieron trabajar en diferentes empresas en áreas administrativas. Su último trabajo en Venezuela lo realizó en un banco. Sin embargo, debido a la crisis económica por la que atraviesa su País, ella ahora hace parte de los millones de Venezolanos que han tenido que salir de su País natal hacia un País desconocido, en busca de oportunidades laborales.
Llegó a territorio Colombiano, inicialmente a Dosquebradas, Municipio contiguo a la Ciudad de Pereira, en un viaje de 3 días por vía terrestre, ya que una de sus amigas que había salido antes de Venezuela le había ofrecido la oportunidad de hospedarse en la casa de ella, y que así buscara empleo en la Ciudad. Este viaje lo emprendió con poco dinero, producto de unos pocos ahorros y de la venta de varias cadenas de oro en la ciudad de Cúcuta (Colombia). Imagínense a una joven tener que salir de su tierra, dejando a su familia a tantas millas de distancia, sólo porque las posibilidades de sustento económico cada vez eran menores. Ella nos cuenta: “Allí pues lo que cambié de las cadenitas de oro no me aguantó mucho, sino como para dos semanas y media, y yo todavía no conseguía trabajo… Dosquebradas la caminé, pero de punta a punta, y nada, no me salía ningún trabajo, porque yo entré legal con mi pasaporte, pero no tenía lo que es el permiso de trabajo, entonces, así es muy complicado… ya me tocó irme, pues, al centro (Pereira)… y nada, y ya los recursos se me estaban acabando… yo no quería ser un peso para mi amiga, porque ya demasiado estaba haciendo con recibirme… entonces agarré los ahorritos, lo único que me quedaba, y se me ocurrió comprar una caja de lapiceros, y vender lapiceros, saqué la cuenta como a cuánto podía vender cada lapicero, para ganarle algo…”.
A continuación, apreciado lector de nuestra sección de Testimonios, conocerás cómo Dios puede usarnos en cualquier momento para ser de bendición a nuestro prójimo. Hay tantas personas a nuestro alrededor que pueden estar pasando realmente una situación difícil, y sólo debemos prestar más atención a los detalles y ser sensibles a la voz del Espíritu Santo, para identificar cómo ser útiles en las manos de Dios. “Fui a una papelería a comprar una caja de lapiceros, y se me ocurrió empezar en Estación Central (es un centro comercial de Pereira), y veo a una pareja allí sentada, yo nunca me imaginé que ellos trabajaran ahí ni nada, yo pensé que estaban ahí comiéndose algo… me acerco a la mesa y les ofrezco los lapiceros… ellos se quedaron como extrañados y me comenzaron a preguntar cosas, y se dieron cuenta que soy Venezolana, y me comenzaron a preguntar: “¿Cuánto tiempo tienes acá? ¿Con quién estás?… y yo comencé a llorar ahí… me dio muy duro porque eran como las preguntas que ellos me hacían…”. La pareja a la que se refiere Alexandra Troya es a dos miembros de nuestra Iglesia que tienen un puesto de helados en el centro comercial Estación Central. “Ellos fueron muy lindos conmigo, me regalaron un helado de los que ellos venden… me consolaron allí hasta que yo me calmé, y me regalaron un Cd de la Iglesia… ya de allí salí más calmada y con más fe… a seguir vendiendo mis esferos”.
Luego de salir del centro comercial, donde los miembros de nuestra Iglesia le expresaron el amor de Jesús a Alexandra, ella siguió caminando vendiendo sus lapiceros, y luego de caminar varias calles, le dieron la oportunidad de trabajar vendiendo empanadas; luego pasó a trabajar en una cafetería; y cuando obtuvo su permiso laboral, la llamaron de una empresa que trabaja con softwares contables; trabajo acorde al área administrativa que ella había estudiado. “Es un trabajo muy parecido a lo que hacía allá… es en una oficina, y estoy allí como asesora comercial… En todo este tiempo pasaron como 8 meses… yo siempre tuve presente a doña Nelly… no sabía cómo se llamaban, sólo que estaban ahí, y vendían los helados allí, y fueron en ese momento mi consuelo, Dios hablándome a través de ellos, consolándome a través de ellos”.
La empresa en la que trabajaba Alexandra quedaba lejos del centro de Pereira, pero por una decisión ejecutiva, se trasladaron a una cuadra del centro comercial donde los miembros de nuestra Iglesia tienen su puesto de helados. “Apenas nos mudamos (la empresa), yo fui a agradecerle a ella y a su esposo y a decirle que quería ir con ellos a la Iglesia, porque por el Cd que me regalaron yo vi que pertenecían a una Iglesia, y yo pues anhelaba ya asistir a alguna Iglesia”.
“Cuando llegué a Iglesia Palabra Pura… yo me sentía como en casa ese día, hice la oración de Fe, todo era nuevo para mí… y de allí salí maravillada, muy tranquila… no dejé de ir en ningún momento… en mi interior fue algo como que era lo que yo necesitaba entender, muchas cosas que yo necesitaba saber, y fue algo como que se restauró en mí, como que una paz que yo pues no tenía, porque pues yo estaba siempre buscando entender, buscando paz, buscando como que algo que me llenara”.
Alexandra Troya desde que llegó a la Iglesia abrazó la Palabra de tal forma que pasó de ser sólo asistente, a querer ser parte de activa del Ministerio. Ahora, hace parte de las Maestras del Departamento Infantil y se ha destacado por ser una excelente servidora de nuestra Iglesia.
Analicemos algo, si bien el motivo que Dios usó fue la venta de unos lapiceros, si los miembros de nuestra Iglesia no hubiesen sido sensibles a la situación de Alexandra, quizás la historia de ella sería diferente. Así que te animamos para que dispongas tu corazón, Dios puede usarte en cualquier momento para cambiar la vida de alguien que quizás no conozcas. Y si resulta que a quien le predicaste la Palabra, inmediatamente parece que no sucediera nada, sólo plántate en lo que Escrito está en Isaías 55:11 (NVI): “así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos”. Alexandra es un ejemplo del cumplimiento de esta Escritura.
Para terminar esta sección de Testimonios nos comunicamos con Nelly (miembro y dueña del puesto de Helados donde le entregaron el Cd de la Iglesia a Alexandra), y esto fue lo que ella nos compartió: “El Señor nos da la oportunidad en cualquier lugar donde estemos, y cuando yo llegué ahí… yo dije en voz alta: << satanás, yo no vine acá sólo a vender helados… yo vengo acá también a pescar hombres>>… gente que ni siquiera yo conozco… empiezan a sacar cosas de su vida que los hace sentir mal… el Señor con la sabiduría que tenemos, de Palabra Pura, de tanta Enseñanza, uno ya está más equipado para guiar a esas personas. Uno ya está con más conocimiento, con más sabiduría, uno ya sabe en qué posición está uno, que estamos ya en una posición de victoria, en una posición de bendición, y entonces uno le habla de ese Dios que es el único que puede ofrecerle ese bienestar”.
Maravillosa la obra de Dios.