Estamos viendo el recorrido del primer viaje Misionero del Apóstol Pablo. Si recuerdan lo que hemos estudiado en Artículos pasados, el Apóstol Pablo salió junto a Bernabé y Juan Marcos (sobrino de Bernabé) desde Antioquía de Siria, y navegaron desde el puerto de Seleucia hasta la Isla de Chipre. Recordemos que el Apóstol Pablo no salió liderando este viaje; por eso en las Escrituras es mencionado Saulo después de Bernabé (Hechos 13:6), pero luego de la confrontación que el Apóstol Pablo tuvo con Elimas (Hechos 13:6-11), las Escrituras nos muestran un cambio en el orden de los nombres, dándonos a entender que ahora quien lideraba este viaje era el Apóstol Pablo; cambio que vemos precisamente en Hechos 13:13, que es el versículo donde retomaremos este estudio:
HECHOS 13:13 (RVR) “Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén”
Llegaron, entonces, el Apóstol Pablo, Bernabé y Juan Marcos a Perge. Esta era una ciudad marítima de Panfilia, muy importante en esa época. Allí también adoraban a la diosa Diana, donde le llamaban “La reina de Perge”. No nos da mayor información Lucas, autor de este Libro, sobre si Perge sólo fue en ese momento una escala corta dentro del viaje, o había alguna Sinagoga en el lugar donde expusieron el Mensaje de Salvación, aunque capítulos después sí nos dice Lucas que en Perge fue predicada la Palabra de Dios, cuando el Apóstol Pablo y Bernabé estaban de regreso a la ciudad de Antioquía de Siria (Hechos 14:24) .
Ahora, lo que sí nos narra Lucas, en este episodio de Hechos 13, es que Juan Marcos una vez arribó a Perge regresó a Jerusalem, y nos da un detalle muy importante sobre esta situación “Juan, apartándose de ellos”. Esto nos da a entender que Juan Marcos fue quien tomó la decisión de regresar a Jerusalem, no fue una orden del Apóstol Pablo ni de Bernabé. Lo cual es extraño, más aún cuando el versículo 5 de este Capítulo nos dice que Juan Marcos salió con ellos como su ayudante. Veámoslo:
“Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante” (RVR)
Esta palabra ayudante puede parecer un detalle menor, nos puede dar la connotación de ayuda momentánea de acuerdo a la voluntad y tiempo de la persona. Pero si vamos a las Escrituras y revisamos esta palabra en una transliteración Griega, nos encontraremos que la palabra original utilizada para describir la labor de Juan Marcos es “Huperétes”. Si leyeron la Serie que escribí de “Huperétes” o escucharon la Serie “La Clave del Éxito”, reconocerán que los “Huperétes” no tienen opción de retroceder o renunciar a pesar de la presión de las situaciones. Entonces, ¿por qué Juan Marcos tomó la torpe e irresponsable decisión de no continuar si él salió como “Huperete” en este viaje? En realidad no tenemos mayor información en este Capítulo, pero algunos eruditos han especulado que:
- Extrañaba a su madre (Hechos 12:12).
- No le gustó que su tío Bernabé no fuera ya el líder del viaje.
- Se atemorizó en Chipre, por la confrontación que empezaron a tener.
- Se atemorizó por la dificultad que tendrían camino a la región de Galacia. Ya que de Perge a Antioquía de Pisidia hay una cadena de montañas conocidas como los Montes Tauro; una ruta peligrosa, por ser el ambiente ideal de los ladrones de los caminos. El Historiador y Geógrafo Griego, Estrabón escribió respecto a los peligros de esta ruta: “La gente de Panfilia no se abstiene totalmente de la piratería”. Además, si el clima era frío a la hora de cruzar, la topografía de las montañas dificultaba el paso de los viajeros.
La verdad es que las Escrituras no nos muestran cuál fue la razón exacta por la que Juan Marcos renunció a continuar el viaje Misionero, lo que sí nos muestra es que para el Apóstol Pablo su renuncia fue ofensiva, y no estaba dispuesto a llevarlo en un segundo viaje. Incluso tal fue su disgusto con Juan Marcos, que al no querer llevarlo en un segundo viaje Misionero, el Apóstol Pablo y Bernabé, terminaron tomando dos caminos diferentes en sus viajes (Hechos 15:37-41). Esta situación la veremos más adelante. Por ahora, los invito a continuar la ruta de este primer viaje. Pasemos a Hechos 13:14-16 (RVR):
“14 Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron en la sinagoga un día de reposo y se sentaron. 15 Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad. 16 Entonces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dijo: Varones israelitas, y los que teméis a Dios, oíd:”
El Apóstol Pablo salió, junto a Bernabé, de Perge a Antioquía de Pisidia, pese a los peligros que representaba esta ruta. Allí, como hicieron en Chipre, empezaron a compartir el mensaje de Salvación en la Sinagoga. El Apóstol Pablo, levantándose para ser escuchado, se dirigió a una multitud de Judíos y simpatizantes del Judaísmo. Tengan en cuenta que el llamado a escuchar el mensaje fue especial: “Varones israelitas, y los que teméis a Dios, oíd” (vs 16). Este mensaje estaba incluyendo a los Gentiles a ser partícipes junto a los Judíos de las Buenas Noticias. Así que haciendo un recorrido de historia concluyó anunciando que el Mesías prometido ya había venido y que, gracias a Su sacrificio en la cruz, estaba extendiendo Salvación a todo aquel que pusiera fe en Él, y no en las obras de la Ley de Moisés, sin importar si era Judío o Gentil.
HECHOS 13:38-39 (RVR) “Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree”
El Apóstol Pablo, dio una exposición magistral en esta Sinagoga (Hechos 13:17-41), muy parecida a la del primer mártir de la Iglesia, Esteban, discurso que escuchó precisamente el Apóstol siendo perseguidor de los cristianos. Y aunque no fue apedreado allí hasta la muerte a causa de su exposición, como ocurrió con Esteban, el hecho de que los Gentiles estuvieran Glorificando a Dios por hacerlos partícipes de la Salvación (Hechos 13:48), provocó que los Judíos celosos persiguieran al Apóstol Pablo y a Bernabé hasta sacarlos a la fuerza de la ciudad (Hechos 13:50-52). Me gustaría que viéramos los paralelos del discurso de Esteban y del Apóstol Pablo, pero considero, que quizás en otro Artículo podemos verlos. Por ahora los invito a que en el próximo Artículo pasemos a la siguiente parada de este primer viaje Misionero: ICONIO.