Iglesia Palabra Pura
  • 17 diciembre, 2021
  • Rafael Lemes
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Compartir el Evangelio implica sacrificio, renunciar a lo que sea necesario; eso es lo que el Apóstol Pablo dice en la Palabra de Dios. Pues aunque en él estaba el deseo de partir para estar con Cristo teniendo el deseo de partir y estar con Cristo, pues eso es mucho mejor”  Filipenses 1:23 (LBLA) no podía evitar seguir esforzándose al ver en otros la necesidad de un Salvador.

Esto nos demuestra que el Apóstol Pablo entendía la importancia de su labor como Apóstol para llevar las Buenas Nuevas a todas las naciones. En los juegos olímpicos de 1924 en Francia, compitió un hombre llamado Eric Liddel de origen escocés, en la modalidad de corredor, coronándose campeón en los 400 metros, pero antes de esa victoria ya había sido campeón en los 100 metros en el Reino Unido. Desde muy pequeño se destacó en los deportes, así que por obvias razones fue convocado para correr en los juegos olímpicos para los 100 metros.

El Apóstol Pablo, de acuerdo a la Palabra, entendía bien el oficio de un atleta, por esa razón lo relaciona, naturalmente hablando, con el de compartir la Palabra, no sólo por su llamado, también por amor.

Cuando Eric se enteró que correría en los olímpicos, seguramente se emocionó, no obstante, en un abrir y cerrar de ojos todo cambio para él, al conocer la noticia de que su participación sería un domingo.

Había entrenado arduamente, tenía la experiencia suficiente para obtener la victoria, pero aun así su respuesta fue que, no estaría en la carrera porque el domingo para él era sagrado.

Sus padres siendo misioneros, lo educaron en la fe cristiana y como buen atleta que fue, demostró su compromiso y amor no sólo en la pista, también en su fe. Lo más seguro es que su participación en los juegos llegaría a su fin, porque estaba dispuesto a renunciar a lo que tanto amaba, el deporte, por no negociar lo que más amaba, a Cristo.

El Apóstol Pablo dice lo siguiente: “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis”1 Corintios 9:24 (RVR)

Un atleta realiza una cantidad de cosas que exigen esfuerzo físico y mental de su parte y que además le toma mucho tiempo prepararse, solamente para poner en práctica todo lo aprendido, en unos cuantos minutos.

¿No es necesario que el hombre de fe haga lo mismo? ¿Qué ejercite su fe cual atleta en una carrera que dura toda la vida? La respuesta obviamente es si, pero surge una pregunta aún más importante, ¿Por qué corres? bueno, Eric y el Apóstol Pablo lo sabían.

Eric Liddel tomó su decisión y eligió a Cristo por encima de una medalla o el reconocimiento del hombre. Cuando ya parecía que todo había terminado, le comunicaron que no podría correr en los 100 metros, pero sí en los 200 y 400 metros, modalidad en la cual obtuvo las medallas de bronce y oro respectivamente.

Puede ser que presionarán a Eric para correr, para que ignorara su código moral de rectitud y compromiso, es una posibilidad que no está muy lejos de nuestra realidad actual.

El Apóstol Pablo continúa diciendo:

Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”

1 Corintios 9:25 (RVR)

Muchos abandonan su fe o su llamado por un momento de gloria o porque ya han obtenido muchas cosas que deseaban y deciden no continuar, dando mas valor a lo que el mundo les ofrece; y el esforzarse en Cristo por el bien de otros, pasa a un segundo plano.

Estos hombres estaban dispuestos a renunciar a todo por responder a su llamado. El Apóstol Pablo luchaba por ese premio eterno que jamás le sería quitado; Eric no fue la excepción. Una vez terminaron los juegos olímpicos, se marchó a China, país en el que nació, allí siguió los pasos de su padre como misionero el resto de su vida.

La motivación de estos hombres no era algo material, de acuerdo al contexto y la Palabra, podemos deducir que, para el Apóstol Pablo su motivación era lo eterno, lo incorruptible; para Eric su motivación fue guiar a otros a Jesucristo. Se auto disciplinaron, con el propósito de seguir avanzando en la carrera que habían comenzado.

Por eso cuando el Apóstol Pablo dice:

“Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre”

1 Corintios 9:26-27 (RVR)

Se está refiriendo, a luchar contra sí mismo, a negarse a sí mismo, a ir en contra de sus emociones. De hecho, la expresión “golpeo mi cuerpo” en el Griego, quiere decir: “apuntar o golpear justo debajo de los ojos” estamos hablando de un golpe eficaz, que una vez asestado no hay manera de que el contrincante se levante; y estos dos hombres de Dios dieron un golpe certero a la carne y las emociones, por alcanzar una recompensa superior a cualquier cosa (Efesios 6:12).

“muchos de nosotros nos quejamos que nos falta algo en la vida, porque nos conformamos con algo que no es lo óptimo. Yo les presento lo que considero lo óptimo el merecedor de nuestra plena devoción, Jesucristo” Eric Liddel

Cuando le preguntaron a Eric Liddel porqué se iba, justo antes de partir a China, él respondió: “El Señor me ha pedido que corra otro tipo de carrera”

Así que, es necesario que sepas que carrera estas corriendo y cuál es tu motivación, porque esto determinará cuál es tu corona.

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