
“Téngannos los hombres por ministros de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.” 1 Corintios 4:1-2 (RVG)
En el Artículo anterior, tomamos como base la cita Bíblica 1 Corintios 4:1-2, para establecer cuál es el significado real de la palabra “ministros”, desde el texto original en Griego “Huperétes”. Vimos, entonces, que los “Huperétes” eran personas marcadas para servir, hasta su muerte, en la parte más baja de un barco; sin posibilidad alguna de cambiar su estado, estos debían seguir remando para que el barco de tres niveles continuara su ruta.
El Apóstol en 1 Corintios 4:1-2 deja claro que él es un Huperete delante de Dios. No tenía otra salida. Su vida estaba al completo servicio de Dios. Su servicio ayudaba a mover el barco que beneficiaba a otros, y él lo haría hasta su muerte. Dios le daba las órdenes, y él simplemente obedecía Su guía.
Pero veamos algo más de estos versículos:
El Apóstol dice que lo tengan también como Administrador, en Griego “Oikonomo”. Los Corintios sabían que los administradores eran las personas a las que el amo les tenía confianza para delegarles el cargo de estar de segundo al mundo, para proteger sus pertenencias y generar provecho en sus negocios. El amo le pediría cuentas a este segundo al mando, al administrador, por encima de los demás siervos.
Es por eso interesante que el Apóstol Pablo utilice en 1 Corintios 4:1 estas dos palabras, unidas, Huperetes y Oikonomo. Pero puede ser más fácil comprenderlo, si recordamos que el Apóstol Pablo les está escribiendo a los creyentes de la Iglesia ubicada en Corinto, que aunque en ellos se manifestaban los dones del Espíritu Santo, se comportaban, en su mayoría, carnalmente, llegando al punto de desconocer la autoridad del Apóstol Pablo.
El Apóstol Pablo está dejando claro que él es un Huperete y Oikonomo. Es decir, él está dispuesto a entregar su vida hasta la muerte. Él no tiene otra opción, él no tiene otro plan de vida, él tomó el remo del plan de Dios, y no tiene otra salida que seguir remando, él no dejará de hacerlo, sólo porque otros no consideren su autoridad. Pero también deja claro que él tiene un llamado como Oikonomo, es decir, como administrador. Que Dios le ha dado una autoridad dentro del Cuerpo de Cristo, por lo cual tiene toda la autoridad delegada para llamarles la atención, porque finalmente él respondería por ellos delante su Señor, Jesucristo, quien lo llamó.
Ahora, todos nosotros, los creyentes en Jesucristo, tenemos el mismo llamado a ser Huperétes y Oikonomo. En el mismo momento en que recibimos a Jesucristo, declarando que Él es nuestro Señor, estamos diciendo, que no nos gobernamos a nosotros mismos, que desde ese mismo momento le respondemos a Él, que seguiremos Sus órdenes, y que daremos cuentas de todo lo que sea puesto a nuestro cargo, pero entendiendo no sólo que administramos, sino que lo hacemos bajo la condición de Huperétes. No podemos bajarnos del barco, no podemos tirar la toalla, no hay descanso para el cristianismo. Los Huperétes entregan la vida hasta la muerte. Consideremos este gran llamado que tenemos.