“Todos somos hijos de Dios”, ¿han escuchado esa frase? Es muy común escucharla, pero es totalmente incorrecta a lo que la Palabra nos enseña. No todos somos hijos de Dios, unos son sólo creación y otros hemos sido hechos hijos de Dios. Es por ese motivo que Jesucristo no se equivocó cuando le dijo a Sus Discípulos que debían compartir las Buenas Nuevas de Salvación a toda criatura:
MARCOS 16:15 (RVR) “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”
Jesús no los estaba enviando a predicarle al león, al caballo y a la tortuga. Jesús se refería a los seres humanos pecadores. Él hizo una clara distinción entre los seres humanos nacidos de nuevo y los que no lo son, llamándolos sólo criaturas, es decir, seres creados. Por lo tanto, es evidente que no todos somos hijos de Dios.
JUAN 1:12-13 (RVR) “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”
Vemos en el versículo anterior, claramente, que la autoridad de ser llamados hijos de Dios viene condicionada por el nuevo nacimiento; por supuesto, no un nacimiento de carne, sino del espíritu.
Un milagro maravilloso ocurrió en nuestro espíritu cuando recibimos a Jesucristo. Nos dice la Palabra que el mismo Espíritu de Cristo mora en el nuevo creyente, lo que significa, que no sólo nos pareceremos al Hijo de Dios, sino que nuestro espíritu se vuelve idéntico al de Jesucristo (Romanos 8:9). ¡Esto es maravilloso!
Dios Padre sólo reconoce como hijos a aquellos que tienen al Espíritu de Cristo, a aquellos que han nacido de nuevo, a aquellos que ponen fe en la Obra de Jesucristo, no hay otra forma para lograr semejante reconocimiento delante de Dios, ni siquiera nuestras ‘aparentes’ obras justas. Esta distinción la vemos como un paralelo en la vida de Abraham y sus 2 hijos:
Abraham, cuando tenía 75 años, recibió la promesa de que de él saldría una gran nación Bendecida por Dios (Génesis 12:4), pero a los 86 años creyó que Dios podría darle descendencia si se esforzaba un poco a través de otros medios, por lo que tuvo un hijo con su esclava (Génesis 16:16), a Ismael, el cual fue fruto de su esfuerzo humano, no de la fe en la Promesa de Dios. Sin embargo, Dios se mantuvo fiel y cumplió Su Palabra, por lo que Abraham a los 100 años tuvo a Isaac (Génesis 21:5), el fruto de la fe en la Promesa de Dios. Lo interesante de todo es que Dios no reconoció a Ismael como hijo de Abraham:
GÉNESIS 22:2 (RVR) “Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas…”
Pero no porque Dios odiara a Ismael, sino porque él representaba al esfuerzo humano por tratar de alcanzar la Promesa de Bendición, e Isaac representaba la fe en la intervención divina. Lo cual nos enseña que muchas personas pueden comportarse como buenas, pero sus obras no tienen el poder de hacerlas parte de la familia de Dios. Dios no tiene hijos por el esfuerzo humano, esta obra es totalmente hecha por el mismo Dios al poner fe en Jesucristo.
No obstante, algunos argumentarían que son hijos de Dios sólo por el hecho de que sus familiares son cristianos, creyendo que la Salvación puede heredarse. Entonces pueden escuchar a personas decir: “Yo soy cristiano, porque mi mamá me llevaba a la Iglesia cuando era pequeño” o “Yo soy cristiano porque la familia es cristiana”, creyendo que si un familiar es cristiano, eso los hace a todos cristianos, pero no funciona de esa manera. En realidad, la decisión de poner fe en Jesucristo y recibir la adopción como hijos de Dios es algo totalmente individual, cada persona debe poner fe en la sangre de Jesucristo, debe recibirle como el Señor de su vida.
Es por el mismo motivo que tanto el Italiano Cornelio como el carcelero Romano de Filipos convocaron a sus familiares y amigos para escuchar el mensaje de salvación:
CARCELERO ROMANO: “Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa” (Hechos 16:32 [RVR]).
CORNELIO: “Al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes y amigos más íntimos” (Hechos 10:24 [RVR]).
Porque ni Cornelio ni el carcelero podían recibir el mensaje por todos, cada persona debía tomar la decisión de aceptar o rechazar el pasar de ser criaturas a hijos de Dios.
Ahora, no está Dios haciendo acepción de personas al llamar a unos criaturas y a otros hijos (Hechos 10:34), está siendo real con su condición. Pero nadie podrá negar que Dios ha abierto una gran ventana de oportunidad, en esta Dispensación de Gracia, para que todos hagan parte de la familia de fe, ser llamados hijos de Dios y tener un espíritu que pueda clamar “ABBA PADRE” (Romanos 8:15).
2 PEDRO 3:9 (JBS) “….no queriendo que ninguno se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento”
Pero la verdad es que el tiempo se agota para que los que son criaturas en este momento, pasen a ser hijos de Dios.
Amén, a si es todos debemos llevar a las personas a recibir a Cristo
Magnífica explicación el ser hijo de Dios. Muchas gracias Pastor Rafael por ayudarnos a crecer en el conocimiento de la palabra. Bendiciones
Si, la verdad Dios es bno para todo aquel que en el cree, no se pierda, y siga adelante por Fé más no por vista, Todo lo que pidas pir fe creyendo, eso pasará en tu vida,.
Super interesante , pastor muchas gracias , Bendiciones.
Muchas gracias pastor bendiciones 🙏