2 TIMOTEO 3:16-17 (RVR) “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”

En teoría, ningún cristiano tiene problemas en recibir con agrado estos dos versículos. En teoría, porque en la práctica, gran parte de los cristianos tiene problemas para aceptar que la Palabra de Dios no sólo es útil para enseñar, sino que además está inspirada para redargüir y traer corrección.

Como Pastor lo compruebo constantemente, si traigo una enseñanza sobre cómo recibir las Promesas de Dios, cómo vivir en Prosperidad, caminar en la Gracia y Amor, una inmensa mayoría me rodea para llenarme de todo tipo de elogios, agradecimientos, abrazos y afirmaciones de que Dios les ha hablado por medio de la predicación. Pero si siendo fiel a la Palabra, también traigo una enseñanza para traer corrección y llamado a la santidad, son pocos los que aprecian ese tipo de predicaciones.

Soy consciente de que todos estamos en distintos niveles de crecimiento espiritual, pero también soy consciente de que a todos Dios nos ha llamado al crecimiento. Por supuesto se le debe dar un tiempo prudente al recién nacido de nuevo; yo no espero de una persona que lleva poco conociendo el Evangelio, una vida intachable y sin caídas, tengo la paciencia que un padre tiene sobre su hijo recién nacido, que necesita de ayuda para cambiar sus pañales y recibir alimento. No obstante, así como ese padre espera que aquel bebé un día tenga autonomía para reconocer y discernir lo que está bien y lo que está mal, yo, como Pastor, espero lo mismo.

No puede ser que un miembro de nuestra Iglesia quiera perseverar en unión libre, en la fornicación, en relaciones que la Palabra exhorta a dejar, en deudas, negocios ilícitos, etc., y yo voltee mi rostro hacia otro lado, para hacerme el que “no pasa nada”. Sí pasa, y eso está mal, por eso me aseguro de no sólo traer enseñanza, sino además corrección, buscando que todos nuestros miembros se alineen a la Palabra de Dios.

Algunas personas me han pedido consejería buscando lo primero, enseñanza. Me dicen cosas como: “Pastor, yo vengo para que usted me diga qué tengo que hacer en este caso…”. Muchos creen que yo soy como un médico que receto fórmulas como “tómese tantos versículos, léalos en ayunas, y espere en 2 semanas el resultado”. No, así no funciona la Palabra. Lo que muchas veces sucede es que cuando llegan sólo con la intención de que yo les diga qué deben hacer, pero se encuentran con que también voy a mostrarles, a través de la Palabra, qué no deben hacer, en gran parte de los casos hay un cambio en sus rostros.

Me sucede constantemente en consejerías matrimoniales: “Pastor, necesitamos una cita para que nos ayude con los problemas que estamos teniendo en el matrimonio”. En la cita, el uno al otro empieza a acusarse de lo que está haciendo mal, y noto sus caras de satisfacción por hacer ver al otro como el culpable, pero cuando entro a mostrarles la Palabra a la pareja, de lo que cada uno está haciendo mal, ahí ocurre en muchos casos el bloqueo en la consejería.

El problema es que muchas personas ven la corrección como un enemigo, como un bloqueo en su Bendición, pero en realidad la corrección viene a hacer lo contrario, viene a desbloquear la Bendición que sus malos actos no permitían que se desatara sobre ellos. A aquel que recibe corrección la Palabra lo llama SABIO, veamos:

PROVERBIOS 15:31-32 (TLA) “Si quieres ser sabio, acepta las correcciones que buscan mejorar tu vida. Quien no acepta la corrección se hace daño a sí mismo; quien la acepta, gana en entendimiento”

Es necesario ser redargüidos y corregidos por la Palabra de Dios. Yo aprecio las correcciones que he recibido no sólo al leerla, sino además, a través de mis maestros y personas maduras que me han exhortado cuando he necesitado cambiar algún proceder.

Por supuesto que yo también empecé mi vida cristiana como un cristiano inmaduro, que necesitaba ayuda para entender cómo caminar de acuerdo a la Palabra, vivir las Promesas de Dios y cumplir mi propósito en esta tierra. Pero entendí desde muy temprano que la corrección estaba para ayudarme.

Les pregunto: ¿Cómo reciben la corrección? ¿Les molesta ser exhortados a la Luz de la Palabra? ¿Actúan como sabios o como necios? ¿Saben cómo actúan los necios? Déjenme mostrarles el siguiente versículo:

PROVERBIOS 29:9 (NBLA) “Cuando un sabio tiene controversia con un necio, Este se enoja o se ríe, y no hay descanso”

Los necios no reciben la corrección, no creen que la necesitan, ellos tienen sus propias reglas, ellos deciden sus propios caminos. Y ante una persona que trate de hacerlos ver que están equivocados, responden de 2 formas: o riéndose, o enojándose.

El Apóstol Pablo tuvo que lidiar con necios que actuaron de la misma forma. Los Atenienses se rieron (Hechos 17:32) y los Judíos de Antioquía de Pisidia se enojaron (Hechos 13:50). Pero estoy hablando en este artículo es de la actitud de los cristianos.

Muchas veces mi esposa trae una corrección en las redes sociales sobre temas importantes de la Iglesia, y no faltan estos dos tipos de reacciones, los que buscan ridiculizarla, o los que tratan de ajustar versículos, sacados de contexto, para liberar su enojo en contra de ella, sin darse cuenta de que se están viendo delante de Dios como necios.

Esto no es lo que quiero para Iglesia Palabra Pura. Nuestro Ministerio debe recibir TODO el Consejo de Dios, que viene a enseñarnos, a redargüirnos y a corregirnos. Con el firme propósito de prepararnos para ser cristianos relevantes, sabios, maduros y diligentes al llamado que cada uno de nosotros tenemos que responder delante de Dios.

Por lo tanto, nunca desprecien la corrección Bíblica y respondan como sabios, no como necios.