
“El Valor del Proceso” fue el título que elegí para esta corta serie donde les abrí mi corazón sobre lo mucho que me ayudó no apresurarme a ponerme en posiciones dentro del Ministerio para las cuales no estaba listo, aunque pensara en ese tiempo lo contrario.
Es por eso que cuando alguien me manifiesta sus expectativas en el Ministerio los invito a seguir el debido proceso, porque quiero ver en ellos el fruto que yo he experimentado al sujetar mis emociones, para que no me jugaran en contra, y terminara ocupando posiciones sin la preparación adecuada y con la madurez necesaria.
Sin embargo, quiero que veamos a la luz de la Palabra que el proceso no es algo que me he inventado para hacerle más complicado a alguien servir en el Ministerio, sino que es un Principio ya establecido. Estudiemos el caso del Apóstol Pablo.
En Hechos 9 encontramos la conversión del Apóstol Pablo. En ese tiempo no era conocido como Pablo, sino como Saulo, un principal entre los Judíos y al parecer un miembro del Sanedrín (Suprema Corte de los Judíos), que creía estar prestando un genuino servicio a Dios al perseguir con ferocidad a los cristianos, pues estaba convencido de que ellos mentían cuando predicaban que Jesucristo es el Mesías Prometido y Su sangre es la respuesta definitiva para el perdón de pecados.
Saulo había logrado que se le entregaran cartas que lo facultaran para capturar a los cristianos que encontrara en Damasco y llevarlos a ser encarcelados en Jerusalén, y cuando iba camino a Damasco, el mismo Señor Jesucristo se reveló a su vida. Ese día Saulo nació de nuevo.
HECHOS 9:5-6 (RVR) “Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer”
Saulo no se conformó con recibir al Señor Jesucristo en su vida, él quería saber cómo podía servirlo, por lo tanto, el Señor se encargó de entregarle a través del Profeta Ananías la visión de su llamado: “… instrumento escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos 9:15).
Es decir, que desde un principio Pablo sabía que tenía un llamado Apostólico para llevar su mensaje no sólo a los Judíos, sino además a los gentiles. Pero es a este punto que quiero traerlos. ¿Qué hizo Pablo cuando se dio cuenta que ese era su llamado? ¿Salió a hacer sus primeros viajes misioneros? ¿Se puso como autoridad de otros creyentes para que lo apoyaran en la labor Apostólica? ¿Abrió su propia Iglesia porque ya Dios le había dicho que él sería un instrumento escogido para una labor muy especial? Absolutamente no, empezó a servir desde el área donde podía hacerlo hasta que Dios mismo le abriera la puerta y le indicara cuándo estaba listo:
HECHOS 9:20-22 (RVR) “En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que este era el Hijo de Dios. Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es este el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo”
Deben tener cuidado al leer este pasaje porque pueden llegar a una incorrecta interpretación de que está indicando que inmediatamente Saulo empezó a ejercer su llamado como Apóstol, y la respuesta es “de ninguna manera”, ya que aún no estaba listo, le faltaba lo que les he enfatizado en esta Serie, el proceso.
Él no empezó inmediatamente, sabiendo que su llamado era ser Apóstol, entonces, a establecer Iglesias y a visitar a los creyentes para fortalecerles en la fe. La interpretación correcta de este pasaje es que, ya que Saulo (Pablo) era una persona tan reconocida y de tanto prestigio para los Judíos, seguramente cuando entraba a las sinagogas le pedían que diera unas palabras, y él aprovechaba para darles su testimonio acerca de su conversión a Jesucristo y les invitaba a hacer lo mismo, a recibir a Jesús como el Cristo (Ungido).
Lo que Pablo hizo fue servir y esperar mientras se preparaba para el momento en el que Dios mismo le mostrara que estaba listo para caminar en su llamado. Podríamos calcular por las Escrituras que Pablo tuvo un tiempo de preparación de alrededor de 12 a 14 años hasta estar listo para ejercer como Apóstol. Él sí tuvo que salir de un lugar a otro y aprovechaba para dar su testimonio de Cristo, pero no porque estuviera viajando como Apóstol, sino a causa de las constantes amenazas de muerte que recibió.
Quizás ustedes se asombren de que les asegure que Pablo no ejerció su llamado como Apóstol luego de más de una década de su conversión, pero la verdad es que Pablo le encontró valor a su proceso y estuvo dispuesto a esperar y a mostrarse fiel hasta que fuera el tiempo. Ese tiempo oportuno para la separación de Pablo lo vemos en Hechos 13:
HECHOS 13:1-3 (RVR) “Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron”
¿Lo ven? Pablo (en ese tiempo Saulo) no se puso en una posición a sí mismo, él no se auto-proclamó Apóstol; él se puso bajo la cobertura de una Iglesia y sirvió (ministró) fielmente bajo autoridad en el área que les era útil, hasta que Dios mismo le mostrara a las autoridades, bajo las que él se había puesto, que era el momento de reconocer su llamado y separarlo para enviarlo a ejercer en la Oficina de Apóstol.
El Apóstol Pablo le dio valor al proceso, él no se desesperó y se puso en posiciones sin preparación, él se sujetó y entendió que todo le ayudó a crecer en el conocimiento de la verdad de Cristo para luego mostrar el fruto del proceso que Dios esperaba en él para promocionarlo, que es la fidelidad.
1 TIMOTEO 1:12 (RVR) “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio”
En otras versiones dice “me tuvo por digno de confianza”. Pero para que alguien sea hallado digno de confianza se necesita TIEMPO para ser analizado ante las diferentes circunstancias. Es decir, que el Apóstol fue analizado por más de una década hasta que Dios dijo (palabras hipotéticas): “Está listo, es digno de confianza, sepárenlo como Apóstol, para que camine en su llamado”.
Luego, entonces, de esa separación al Ministerio ahí sí vemos al Apóstol Pablo viajando por las naciones, estableciendo Iglesias y separando al Ministerio a otros que estaban bajo su cobertura espiritual, siendo respaldado por Dios con gran poder en ese Ministerio.
Así que, espero que esta Serie les ayude a valorar el proceso y no desesperarse ante un “no estás listo, sigue el proceso”. Si el llamado se los ha hecho Dios para una posición específica del Ministerio, dejen que sea Dios el que les abra la puerta, no pateen la puerta creyendo que a como dé lugar llegarán allí, porque así no funciona el principio de promoción. No puedo asegurarles cuánto tiempo les tomará el proceso desde el llamado hasta la separación, porque este es relativo, pero sí les puedo asegurar que si no están dispuestos al proceso sumarán más tiempo hasta que tengan la actitud correcta para seguirlo.
Los espero la próxima semana con otro tema de enseñanza.