Iglesia Palabra Pura

Muchas veces hablamos de fe como una confesión, una declaración, una doctrina que creemos. Pero el verdadero poder de la fe no se manifiesta cuando simplemente repetimos la Palabra, sino cuando vivimos en función de ella, cuando nos dejamos transformar por ella, y cuando nuestras decisiones y reacciones fluyen desde esa verdad sembrada en lo profundo del corazón.

EFESIOS 4:2224 (RVR) “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”

La Palabra nos llama a despojarnos del viejo hombre, ese ser moldeado por los deseos engañosos, y a renovarnos en el espíritu de nuestra mente. Este no es un llamado a una mejora superficial, sino a una transformación radical: una vida que ya no reacciona desde el temor, el orgullo o la carne, sino desde la nueva naturaleza que Dios nos ha dado.

No podemos vivir una fe con poder si seguimos permitiendo que nuestros pensamientos y emociones sean gobernados por los patrones del mundo. Romanos 12:2 nos exhorta:

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento…” (RVR).


La fe comienza cuando dejamos que la Palabra de Dios defina cómo pensamos, sentimos y respondemos a la vida. Esto se ve con claridad en la historia de Jesús caminando sobre las aguas:

MARCOS 6:4552 (RVR) “En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar; y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra. Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles. Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron; porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban. Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones”

Los discípulos, aun después de ver milagros como la multiplicación de los panes, se asustan al ver a Jesús venir hacia ellos. ¿Por qué? El texto dice: “Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.

Este “endurecimiento” no era maldad; era inmadurez espiritual. Ellos habían presenciado milagros, pero aún no habían interiorizado quién era Jesús y cómo Él operaba. Su mente seguía anclada en la lógica natural, y su corazón, en el temor.

La madurez espiritual no se trata solo de cuánto sabemos, sino de cuánto discernimos y cuánto confiamos. Cuando la Palabra se convierte en vida dentro de nosotros, dejamos de asustarnos por las tormentas y empezamos a reconocer a Cristo en medio de ellas.

Cuando Jesús subió al monte a orar, dejó a sus discípulos en la barca. No los abandonó, sino que los observaba desde lo alto (Marcos 6:48). Y cuando el viento fue más fuerte, fue hacia ellos. Este detalle es vital: Jesús no reacciona a la tormenta, Él ya sabía lo que iba a suceder. Porque la fe verdadera no vive apagando fuegos, sino caminando con discernimiento y autoridad.

Así también, cuando vivimos desde la Palabra, no nos movemos por emociones descontroladas, sino por dirección espiritual. Sabemos cuándo hablar, cuándo callar, cuándo avanzar y cuándo esperar, porque la presencia de Dios nos guía.

Muchos buscan una vida cristiana sin incomodidad, sin riesgo, sin decisiones difíciles. Pero vivir desde la fe requiere, a veces, dejar lo cómodo por lo correcto. Como dijo Jesús en Mateo 7:24–27, el que escucha su Palabra y la pone en práctica es como el que edifica sobre la roca. La fe con poder se demuestra en la prueba.

Cuando todo tiembla, cuando todo parece incierto, ¿es la Palabra nuestra base? ¿Es Cristo nuestro norte? La madurez espiritual no se mide por cuántos versículos sabemos, sino por cuánto de la Palabra ha transformado nuestra manera de vivir. La fe con poder no es mística ni emocional; es profundamente práctica. Es la vida del nuevo hombre, el que ha sido renovado en su entendimiento y ha aprendido a caminar no según el temor, sino según la verdad que viene de Dios.

Mejor que hablar de fe, como un concepto, caminemos en fe como un estilo de vida. Esa es la fe que vence al mundo. Esa es la fe que revela a Cristo.

1 comment on “DE LA PALABRA HABLADA A LA PALABRA VIVIDA

  1. Amén amén, muchas gracias Pastor Rafael por sus enseñanzas que nos edifica y empodera en el conocimiento de Dios y su Palabra para ir transformando nuestra manera de vivir.Bendiciones

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