Iglesia Palabra Pura

Cuando abrimos el Nuevo Testamento y leemos las Cartas de Pablo, Pedro, Santiago o Juan, podemos sentir que entramos directamente en lo profundo de la doctrina cristiana. Pero si no entendemos el camino que llevó a escribir esas Cartas, las personas a quienes iban dirigidas, los momentos históricos que atravesaban, y los desafíos reales que enfrentaban, corremos el riesgo de aplicar mal lo que leemos o simplemente no captar su verdadero peso espiritual.

Por eso, antes de sumergirnos en las Cartas, necesitamos comenzar en un punto clave: el Libro de los Hechos. Allí es donde la Iglesia nace, crece, enfrenta desafíos, se fortalece, y comienza a extenderse por todo el mundo conocido. El Libro de Hechos no es solo historia; es el eje que conecta los Evangelios con las Cartas. Nos muestra el “tras bambalinas” del mensaje de las Cartas del Nuevo Testamento.

¿Por qué comenzar en Hechos?

El autor del Libro de los Hechos es Lucas, también autor del Evangelio que lleva su nombre. Era médico (Colosenses 4:14), y probablemente Gentil, ya que en Colosenses 4:10–14, Pablo distingue entre “los de la circuncisión” (Judíos) y luego menciona a Lucas aparte. Además, su uso del Griego y su precisión histórica revelan su formación académica.

LUCAS 1:3-4 (RVR) “me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.

Lucas investigó cuidadosamente los eventos y escribió una narrativa ordenada y confiable. Su enfoque es teológico e histórico. En Hechos, Lucas relata cómo, después de la resurrección de Jesús, Sus discípulos recibieron el poder del Espíritu Santo y comenzaron a testificar en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra. El protagonista inicial es Pedro, pero pronto entra en escena Pablo, quien marca la expansión del mensaje a los Gentiles.

A medida que avanzamos en la lectura de Hechos, vemos surgir las primeras Iglesias, enfrentamientos culturales, persecuciones, Concilios, viajes misioneros y divisiones internas. Es en ese contexto que Pablo y otros Apóstoles escribieron Cartas a comunidades reales, con problemas reales.

Sin Hechos, no entenderíamos por qué Pablo le escribió a los Gálatas con tanta urgencia, por qué confrontó a los corintios con firmeza, o por qué enfatizó la libertad en Cristo a los Colosenses. Todo eso tiene un punto de partida en hechos concretos, personas y momentos específicos.

Las Cartas no fueron escritas como libros Teológicos abstractos. Son cartas pastorales, escritas para orientar, corregir, afirmar y guiar a creyentes que estaban aprendiendo a vivir una vida nueva en medio de un mundo hostil, pagano, religioso o indiferente. Cada Carta nace de una situación concreta, una visita Apostólica, una noticia que llegó o una necesidad que surgió.

Cuando las leemos desde ese ángulo, cobran vida. No estamos solo leyendo “verdades eternas”, sino también la conversación de un padre espiritual con sus hijos, de un Apóstol con su Iglesia, de un siervo con su Señor. Esa dimensión humana y espiritual solo se entiende cuando regresamos al origen: los relatos de Hechos.

Es por eso que hoy iniciaremos esta Serie que he llamado “Del Libro de los Hechos a las Cartas”, que no solo recorrerá las Cartas del Nuevo Testamento, sino que lo hará de la mano del relato histórico de los Hechos. Es decir, que en lugar de leer las Cartas como piezas sueltas, las conectaremos con los eventos que las originaron:

  • ¿Dónde estaba Pablo cuando escribió?
  • ¿Qué había pasado recientemente en esa ciudad o Iglesia?
  • ¿Qué conflicto o enseñanza estaba tratando de aclarar?
  • ¿Cómo reacciona la comunidad al recibir esa carta?

Así, comprenderemos mejor cómo aplicar hoy los principios que guiaron a la Iglesia en sus primeros pasos.

En la próxima parte de este estudio comenzaremos con los primeros capítulos del Libro de los Hechos. Veremos cómo el derramamiento del Espíritu Santo inició un nuevo capítulo en la historia. A partir de allí, seguiremos paso a paso el desarrollo de la Iglesia, y al llegar a cada Carta, la leeremos con los ojos bien abiertos, sabiendo lo que ocurrió antes, durante y después de su escritura.

Prepárate para descubrir no solo lo que las Cartas dicen, sino por qué lo dicen. La Palabra tiene un origen, una voz y un propósito. Y en este recorrido, esa voz se volverá más clara, más cercana y más transformadora.

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