
Los Capítulos 13 y 14 del Libro de los Hechos nos narra el primer viaje misionero de Pablo y Bernabé, un viaje lleno de oposición, pero también de frutos. En cada ciudad, unos recibían el mensaje con alegría:
HECHOS 13:48 (RVR) “Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y le dieron las gracias al Señor por su mensaje, y todos los que fueron elegidos para la vida eterna se convirtieron en creyentes”
Y otros se oponían ferozmente:
HECHOS 13:44-46 (NVI) “Pero cuando los judíos vieron a las multitudes, se llenaron de envidia y contradecían con maldiciones lo que Pablo decía. Pablo y Bernabé contestaron valientemente: «Era necesario que anunciáramos la palabra de Dios primero a ustedes. Como la rechazan y no se consideran dignos de la vida eterna, ahora vamos a dirigirnos a los que no son judíos.
La persecución era impresionante. En Listra, después de haber sido confundidos con dioses por un milagro (Hechos 14:11-13), Pablo fue apedreado hasta que lo dieron por muerto.
HECHOS 14:19 (NTV) “Luego unos judíos llegaron de Antioquía e Iconio, y lograron poner a la multitud de su lado. Apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto”
Pero lo impresionante es que, tras ser levantado por Dios, el Apóstol Pablo ¡volvió a las mismas ciudades!
HECHOS 14:21 (NTV) “Después de predicar la Buena Noticia en Derbe y de hacer muchos discípulos, Pablo y Bernabé regresaron a Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia”
En el momento de la crisis en Listra, Pablo fue el que recibió las piedras; Bernabé no aparece. La Escritura guarda silencio, pero podemos imaginar lo que significó para Pablo estar solo en esa hora. Aun así, no se detuvo. No decidió dejarlo todo y regresar a casa. El Apóstol no volvió por orgullo ni por imprudencia. Lo hizo porque su corazón estaba con la gente. Entendió que el llamado no depende de la reacción de la gente, sino de la convicción interna que viene de Dios.
Cuando sabes que estás en el centro de la voluntad de Dios, ni la oposición, ni el rechazo, ni las piedras pueden detenerte (2 Corintios 4:8-9). Porque no buscas tu comodidad, sino que Cristo sea formado en otros (Gálatas 4:19).
En Iconio, a pesar de la oposición, Pablo y Bernabé se quedaron largo tiempo, hablando con denuedo (Hechos 14:1-3). Porque sabían que la persecución no era una señal de que estaban fuera de la voluntad de Dios, sino posiblemente todo lo contrario. A veces, cuando más clara es la instrucción del cielo, más fuerte es la resistencia en la tierra. Y eso no nos debe intimidar, sino afirmar.
Ahora, no todas las puertas abiertas son de Dios, y no toda oposición es del diablo. Hay que discernir (1 Corintios 16:9). Pero una cosa es cierta: el Evangelio que transforma también incomoda. Y a veces, incomoda tanto que provoca violencia.
La Misión de Pablo no era solo predicar, sino afirmar. Confirmar. Fortalecer el alma de los que habían creído. Por eso volvió a las ciudades donde había sido rechazado, apedreado o expulsado. No por necedad, sino por compasión. Pablo sabía que vendrían doctrinas, vendría confusión, vendría presión religiosa. Él sabía que estos creyentes eran nuevos en la fe y necesitaban ser establecidos en la verdad (Hechos 14:21-22).
Cuando Pablo y Bernabé regresaron a Antioquía de Siria (la Iglesia donde les habían impuesto las manos para separarlos a la Oficina del Apóstol), relataron todo lo que Dios había hecho, y cómo había abierto la puerta de la fe a los Gentiles (Hechos 14:27).
Deben saber que el reporte que llevaron Pablo y Bernabé a Antioquía de Siria acerca de los Gentiles no solo animó a los creyentes, sino que provocó una discusión teológica que desencadenó lo que conocemos como el Concilio de Jerusalén.
HECHOS 15:1-2 (RVR) “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión”
Fue en ese Concilio, que abordando el hecho de que los Gentiles estaban recibiendo el Evangelio, las autoridades eclesiásticas confirmaron:
- La salvación es por Gracia mediante la fe, y no por obras de la Ley (Hechos 15:7-11; Gálatas 2:16; Efesios 2:8-9).
- No hace falta convertirse al Judaísmo para ser salvo.
- Cristo es suficiente.
Por lo que Pablo, luego de sentirse respaldado por las autoridades de la Iglesia madre (Jerusalén), escribió la Carta que conocemos como Gálatas (Gálatas 1:1-2), que era el Gentilicio de todos los que vivían en la región de Galacia, para combatir el legalismo que amenazaba a las Iglesias en esa región (Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra, Derbe). Porque donde hay Evangelio puro, el ataque siempre buscará infiltrarse. Pero no olvidemos que también siempre hay Gracia para defender la verdad.