
Continuamos con la Séptima parte de esta Serie sobre el Libro de Hechos. La Semana pasada, nos quedamos en la importancia que tuvo el Concilio de Jerusalén, luego de que el Apóstol Pablo se había encontrado con Judaizantes que presionaban a los Gentiles a agregar al Evangelio de la Gracia las obras de la Ley.
Tras el Concilio en Jerusalén (Hechos 15), donde se aclaró que los creyentes Gentiles no estaban obligados a guardar la Ley de Moisés, Pablo permaneció en Antioquía enseñando y fortaleciendo a la Iglesia.
Es en Hechos 15, entre los versículos 35 y 36, que muchos eruditos creen que Pablo escribió la Carta a los Gálatas, respondiendo con urgencia al peligro de distorsión del Evangelio que surgió en las Iglesias de la región de Galacia.
La Carta a los Gálatas es una de las más firmes y directas del Apóstol. Está dividida en tres grandes secciones:
- Capítulos 1–2: Pablo defiende su autoridad Apostólica y su llamamiento divino.
- Capítulos 3–4: Explica y defiende la doctrina de la justificación por fe, no por las obras de la Ley.
- Capítulos 5–6: Exhorta a una vida práctica guiada por el Espíritu, basada en la libertad en Cristo.
A diferencia de otras Cartas, en Gálatas no hay saludos extensos ni despedidas afectuosas. El tono es urgente: “¿Quién los fascinó?” les preguntó (Gálatas 3:1), porque habían abandonado con facilidad la Gracia por la cual fueron salvos. Lo interesante es que, aunque Pablo tenía consigo una Carta oficial del Concilio de Jerusalén respaldando su mensaje, no la mencionó en Gálatas.
Después de escribir Gálatas, Pablo decidió visitar nuevamente las Iglesias que había establecido junto a Bernabé, pero no logró ponerse de acuerdo con Bernabé en una discusión que la Palabra describe como intensa:
HECHOS 15:36-40 (NTV) “Después de un tiempo Pablo le dijo a Bernabé: «Volvamos a visitar cada una de las ciudades donde ya antes predicamos la palabra del Señor para ver cómo andan los nuevos creyentes». Bernabé estuvo de acuerdo y quería llevar con ellos a Juan Marcos; pero Pablo se opuso terminantemente ya que Juan Marcos los había abandonado en Panfilia y no había continuado con ellos en el trabajo. Su desacuerdo fue tan intenso que se separaron. Bernabé tomó a Juan Marcos consigo y navegó hacia Chipre. Pablo escogió a Silas y, al salir, los creyentes lo encomendaron al cuidado misericordioso del Señor”
Como vimos, Bernabé deseaba llevar consigo a Juan Marcos, pero Pablo se opuso por su abandono anterior (Hechos 13:13). El desacuerdo fue tal que se separaron amistosamente. Bernabé partió con Marcos, y Pablo escogió a Silas para continuar el viaje.
En Listra, Pablo encontró a Timoteo, un joven discípulo que se destacaba en su testimonio por la Iglesia local. A pesar de su juventud, Timoteo tenía un testimonio ejemplar y había sido enseñado en las Escrituras desde la niñez (2 Timoteo 3:15). Es interesante que aunque Pablo ya había tenido una mala experiencia con alguien joven como Marcos, reconoció el potencial y el llamado de Timoteo y decidió llevarlo con él en su segundo viaje Misionero.
Antes de partir, el Apóstol Pablo circuncidó a Timoteo, no por imposición doctrinal, sino por causa de los Judíos. Esto parece contradictorio con lo que se determinó en el Concilio de Jerusalén, pero no lo es. Pablo lo explicó en 1 Corintios 9:20: “Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos”. Es decir, que lo hizo para no ser tropiezo en la región donde ministrarían. Pablo fue sabio y estratégico, no contradictorio.
Después de visitar las Iglesias y entregar la Carta del Concilio, el equipo de Pablo, ahora compuesto por Pablo, Silas y Timoteo, es guiado sobrenaturalmente.
HECHOS 16:5-9 (RVR) “Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas. Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos”
El Espíritu Santo les impidió predicar en Asia y Bitinia, y en Troas, pero Pablo luego tuvo una visión: un varón macedonio que le rogaba: “¡Pasa a Macedonia y ayúdanos!” (Hechos 16:9).
Ahora, quiero que noten algo en el versículo 10 del Capítulo 16 de Hechos:
HECHOS 16:10 (RVR) “Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio”
¿Lo vieron? ¿Se dieron cuenta? En este punto, el autor del libro de Hechos, que ya hemos mencionado que es Lucas, cambió de narrador: de “ellos” a “nosotros”. Esto indica que Lucas se unió al equipo Misionero, convirtiéndose en testigo ocular. Ahora el equipo estaba formado por cuatro hombres: Pablo, Silas, Timoteo y Lucas.
Así que, teniendo claridad de quiénes integraban el grupo que cruzó a Macedonia, por instrucción del Espíritu Santo, la próxima semana veremos qué sucedió cuando llegaron. Los espero.