Iglesia Palabra Pura
  • 14 noviembre, 2025
  • Iglesia Palabra Pura
  • 0

Cómo Dios bendijo mi emprendimiento

Soy Dayana Urdaneta, Miembro Online de Iglesia Palabra Pura desde Venezuela. Hoy quiero compartir con todos el testimonio de cómo Dios Bendijo mi emprendimiento:

Desde que regresé de Pereira a Venezuela, las cosas no han sido fáciles. Aquí los trabajos son escasos y los sueldos muy bajos. Tengo un hijo mayor con síndrome de Down y una niña de cuatro años; mi familia vive en otra ciudad, y mis suegros ya son muy mayores, así que estoy prácticamente sola con los niños. Mi esposo trabaja todo el día, así que debía buscar la forma de estar con mis hijos y al mismo tiempo ayudar con los gastos.

Cuando vivía en Pereira, yo era miembro presencial de Iglesia Palabra Pura. Pero al regresar a Venezuela, estuve un tiempo sin congregarme. Luego sentí en mi corazón que debía volver a comprometerme con Dios, así que hablé con mi esposo y le pedí que me diera una mesada mensual, para poder diezmar en mi Iglesia Palabra Pura, como Miembro Online del Ministerio, y también tener un poco para mis gastos personales. Él aceptó, y desde entonces he procurado ser fiel con mi diezmo, aunque a veces desearía poder aportar más. 

He trabajado toda mi vida; desde muy joven siempre fui activa laboralmente. Pero ahora, con 48 años, no es fácil conseguir empleo. Un día le dije a Dios:

“Señor, muéstrame en qué soy buena, qué puedo hacer desde casa sin descuidar a mis hijos”.

Recordé que en Colombia había hecho varios cursos, incluso en el área de fitness, porque mi esposo es entrenador, pero no quería volver a ese tipo de trabajo: no me sentía cómoda con tener que mostrar el cuerpo para promover resultados. Quería hacer algo distinto, algo que reflejara mis valores y que pudiera hacer desde mi hogar.

Un día vi por Instagram una publicidad de un curso de elaboración de yogures probióticos, con cultivos activos y vivos. Eso llamó mucho mi atención, porque siempre me ha gustado la alimentación saludable. En Colombia ya había hecho yogures caseros, así que pensé: “Esto podría hacerlo”. Además, en casa todos comemos yogur, y los que son de buena calidad aquí son muy costosos. Entonces decidí tomar el curso.

Cuando lo terminé, empecé a practicar y a aprender todo el proceso. Al principio dudaba, porque aquí mucha gente vende yogur, pero todos los días me repetía: “Yo voy a ser diferente. Dios me va a dar sabiduría. Mi yogur será especial, porque está en las manos del Todopoderoso”.

Así que empecé a hacer pequeñas pruebas. Le daba a la gente para que lo probara, y todos decían lo mismo: “¡Está delicioso! ¡Muy cremoso y sabroso!”. Les explicaba que tenía probióticos y cultivos vivos, y les encantaba. Poco a poco fui consiguiendo clientes: primero dos, luego cuatro… y ahora ya tengo varios pedidos fijos. No son muchísimos todavía, pero los que prueban, repiten. Cada vez crece más, y doy gracias al Señor por eso.

Cuando vi que el negocio empezaba a tomar forma, decidí ponerle un nombre y comenzar a venderlo formalmente. ¡Gracias a Dios todo se ha ido dando! Ya tengo mis clientes, mis pedidos, y cada día veo cómo el Señor bendice este emprendimiento.

Quiero contarles algo muy bonito que me pasó. Los yogures deben mantenerse a una temperatura exacta para que el cultivo crezca bien. Como no tenía una yogurtera grande (electrodoméstico de cocina que se utiliza para hacer yogur casero de forma fácil y conveniente), al principio los hacía en el horno apagado, dentro de una cava, y a veces salían perfectos y otras no tanto. Soy muy perfeccionista, así que eso me tenía estresada.

Un día mi hermana me escribió para saber cómo estaba. Le conté que el emprendimiento iba muy bien, pero que tenía ese problema con la temperatura. Le expliqué que necesitaba una cava especial, más grande, que costaba unos 350 dólares, y que pensaba ahorrar poco a poco para comprarla. Entonces ella me dijo: “No te preocupes, yo te la regalo.”

Cuando escuché eso, me puse a llorar. Me acordé de una enseñanza de la Pastora Adriana Lemes: que no debemos desesperarnos ni endeudarnos, porque Dios siempre tiene mil maneras de ayudarnos. En ese momento entendí que Dios estaba cumpliendo Su Palabra una vez más.

Ya mandé a hacer la cava, y pronto la tendré. Con eso, los yogures quedarán perfectos. Son distintos a todos los que se venden aquí, porque los hago con cultivos probióticos naturales que compro por internet, y cuido mucho que sean cremosos, suaves y poco ácidos.

Por eso han gustado tanto, y porque sé que están bendecidos por Dios.

Hoy puedo decir que el Señor me dio un nuevo comienzo. Me permitió usar mis manos para crear algo bueno, desde casa, sin descuidar a mis hijos, y viendo Su fidelidad en cada detalle. A Él sea toda la Gloria.

Gracias también a mis Pastores que me han enseñado tanto. Estoy muy feliz de pertenecer a Palabra Pura.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

SELECIONA TU MONEDA