¿Alguna vez has escuchado algo sobre la “Ley del instrumento” o “Ley del Martillo”? Dicen que el filósofo Abraham Kaplan (1918-1993) solía hablar sobre este concepto poniendo como ejemplo lo siguiente: “Dale a un niño pequeño un martillo, y descubrirás que todo lo que encuentra necesita ser golpeado”. El concepto plantea que todas las situaciones no pueden ser enfrentadas de la misma manera, porque sería claramente un acto de torpeza. Sin embargo, si buscamos quién fue autor original de este concepto tendríamos que decir que fue el Apóstol Pablo, ya que inspirado por el Espíritu Santo, le escribió a su hijo en la fe, Timoteo, lo siguiente:
2 TIMOTEO 2:15 (JBS) “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de la verdad”
Trazar o dividir correctamente las Escrituras, le permitiría a Timoteo saber cómo enfrentar cada situación de su vida y Ministerio. Timoteo no necesitaba solamente conocer qué contenía la Palabra de Dios, sino que debía saber cómo dividirla correctamente —tanto en dispensación, como en aplicación—. Esa es precisamente la diferencia entre Conocimiento y Sabiduría. Incluso, el Apóstol Pablo antes de escribirle estas palabras (2 Timoteo 2:15); en una carta anterior le había mostrado un ejemplo de cómo aplicar la Sabiduría dependiendo de la situación en la que se encontrara. Veamos:
1 TIMOTEO 5:1-2 (NTV) “Nunca le hables con aspereza a un hombre mayor, sino llámale la atención con respeto como lo harías con tu propio padre. Dirígete a los jóvenes como si les hablaras a tus propios hermanos. Trata a las mujeres mayores como lo harías con tu madre y trata a las jóvenes como a tus propias hermanas, con toda pureza”
Timoteo, como Pastor Principal de la Iglesia de Éfeso, conocía que estaba en su derecho de traer corrección sobre los miembros de su congregación, pero el Apóstol Pablo le advirtió que no podía usar “una sola herramienta con todos”, sino que debía hacer uso de la Sabiduría para que fuese efectivo en la corrección, como por ejemplo, si era:
HOMBRE ANCIANO: debía tratarlo con el respeto y la honra que merece ser tratado un padre.
MUJER ANCIANA: debía tratarla con el respeto y la honra que merece ser tratada una madre.
HOMBRE JOVEN: podía dirigirse con mayor confianza y severidad que como lo haría con un anciano.
MUJER JOVEN: podía dirigirse con mayor confianza y severidad que como lo haría con una anciana, sin que la confianza se prestara para malas interpretaciones de falta de respeto.
Estos son ejemplos de cómo actuar Sabiamente. Y es importante que nosotros comprendamos que también tenemos la responsabilidad de utilizar Sabiamente la Palabra de Dios. No podemos tomar una sola herramienta, es decir, una sola Escritura, y aplicarla para todas las situaciones que se nos presenten. Por ejemplo, los padres no pueden apoyarse sólo en Escrituras como estas para criar a sus hijos:
PROVERBIOS 23:13-14 (NTV) “No dejes de disciplinar al joven, que de unos cuantos azotes no se morirá. Dale unos buenos azotes, y así lo librarás del sepulcro”
Es correcto que los padres tienen todo el derecho de azotar a sus hijos para traer corrección, pero no sólo necesitan este conocimiento, sino además la Sabiduría para saber cómo aplicarlo, ya que el Apóstol Pablo en Efesios nos dice:
EFESIOS 6:4 (BLPH) “Y ustedes, los padres, no hagan de sus hijos unos resentidos; edúquenlos, más bien, instrúyanlos y corríjanlos como lo haría el Señor”
Es decir, los padres también necesitan Sabiduría para saber en cuanto a los azotes para la corrección, dónde hacerlo, cómo hacerlo y cuándo es el momento correcto de hacerlo. Ya que el sólo azotar a un hijo para descargar la impotencia e ira sobre él, puede ocasionar un efecto contrario al propósito de la corrección.
El conocimiento es muy importante, nos da información relevante, pero actuar basados sólo en conocimiento nos hace altamente vulnerables al fracaso. No saben cuántas personas he tenido que recibir en consejería porque dejaron sus trabajos o negocios, pensando que si Dios los había llamado al Ministerio, debían “por fe” dejar todos sus trabajos y dedicarse a sus llamados, creyendo que al contármelo estaban compartiendo conmigo sus “perlas de sabiduría”, pero tuvieron que recibir de mí una gran reprimenda por sus actos torpes basados en conocimiento, sin Sabiduría de Dios.
La sabiduría es la aplicación correcta del conocimiento, y todos debemos ir tras ella todos los días de nuestra vida. Lo más maravilloso es que está disponible para nosotros si la pedimos a Dios:
SANTIAGO 1:5 (RVR) “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”
Pero debemos tener en cuenta que no sólo debemos pedirla, porque se nos va a dar sin duda de parte de Dios, sino que además debemos tomar la decisión firme de no dejar de apoyarnos en ella en cada circunstancia de nuestra vida. Pareciera un consejo obvio, pero en realidad no lo es; lo vimos en el mismo ejemplo del rey Salomón:
2 CRÓNICAS 1:10-12 (RVR) “Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande? Y dijo Dios a Salomón:… sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti”
Quien a pesar de haber recibido Sabiduría divina cuando la pidió, mientras estuvo caminando firme en ella, prosperó en todo lo que hacía, pero el día que dejó de seguirla, fracasó, hasta terminar permitiendo que su corazón se pervirtiera por debilidad ante las mujeres, a tal punto que llegó a adorar sus ídolos(1 Reyes 11:4).
¿Se imaginan la diferencia que haríamos si todos los cristianos más que caracterizarnos por ser conocedores de la Palabra de Dios, nos caracterizáramos por nuestra aplicación correcta de la Palabra de Dios, es decir, por nuestra aplicación de la Sabiduría divina disponible para nosotros? Infortunadamente, el panorama ahora mismo no es el más alentador al respecto, pero espero que nosotros seamos la excepción de este tiempo. Más que conocimiento, necesitamos Sabiduría.
Totalmente de acuerdo. Sin sabiduría es difícil emprender cualquier labor. Valoro y doy muchas gracias a Dios por su maravillosa enseñanza. Un fuerte abrazo de agradecimiento.