Iglesia Palabra Pura

“Si la enfermedad es la voluntad de Dios, ¿entonces no sería un violador de la Ley cada médico? ¿No trabajaría cada enfermera contra la voluntad del Todopoderoso? ¿No sería cada hospital una casa de rebelión, en vez de una casa de misericordia? Y en vez de apoyar los hospitales, ¿no deberíamos entonces hacer lo más posible por clausurarlos?” Estas preguntas las hizo el Evangelista Estadounidense Tommy Lee Osborn en una lista de 30 preguntas sobre la Sanidad.

Estas son preguntas muy interesantes que deberían confrontar a todos aquellos que, con determinación, se oponen a la enseñanza sobre la voluntad permanente de Dios para Sanar. La verdad es que debemos darle gracias a Dios por el personal médico y la inteligencia que le ha dado a muchos expertos en medicina para tratar diversas enfermedades. Esta inteligencia para ayudar a los pacientes viene de Dios, si Dios no les diera esa inteligencia y capacidad de ayudar, la tasa de mortalidad se centuplicaría, debido a la incredulidad de muchas personas hacia la buena voluntad de Dios respecto a ser sanados por Él.

SALMOS 103:2-3(RVR) “Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias”

Es nuestro Dios el autor de la vida, el autor de la Sanidad, es Él quien sana todas nuestras dolencias. Ahora, no se confundan con la palabra dolencias, para llegar a la conclusión que sólo se refiere a pequeños dolores. Si vamos a la transliteración de este versículo en Hebreo, encontramos que aparece la palabra “Takjalú”, que también significa enfermedad; por lo que podemos confirmar que nuestro Dios es el Sanador de todas, no de algunas, de TODAS las enfermedades.

¿Se han preguntado por qué para muchas personas es más fácil predicar que es Dios el que perdona todas las iniquidades, pero no el que sana todas las enfermedades? Porque para ellos es más fácil decirle a alguien que ha sido perdonado y lo crea por fe, aunque inmediatamente no tenga ninguna evidencia externa, a decirle a alguien con un tumor expuesto, que Jesucristo tiene el poder de quitar ese tumor. La raíz de todo es la incredulidad que hay ante la no evidencia externa inmediata.

Muchas personas incrementan su incredulidad porque viven por sus experiencias y no por la firme confianza en la Palabra. Si oraron a Dios por sanidad y no vieron la manifestación inmediata, entonces estas personas creen que es porque seguramente “Dios no quería que sanaran”, o si sanaron, pero regresaron a la enfermedad, creen que es porque seguramente “Dios lo permitió con un propósito”. No obstante, como lo vimos desde la semana pasada, hay puertas que se le pueden abrir al diablo para traer la opresión de enfermedad.

La semana pasada vimos cómo no siempre el causante de la enfermedad es un espíritu demoniaco, sino que una persona le puede abrir una puerta a la enfermedad a través del pecado. Aunque sea una persona salva, redimida por la Sangre de Jesucristo, el pecado no afecta su salvación, pero sí puede traerle consecuencias de enfermedad grave, hasta el punto de la muerte.

Sigamos viendo otras puertas que se le pueden abrir a la enfermedad.

2. MALOS HÁBITOS:

1 TIMOTEO 5:23 (LBLA) “Ya no bebas agua sola, sino usa un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades”

FILIPENSES 2:25-30 (NTV) “Mientras tanto, pensé que debería enviarles de vuelta a Epafrodito. Él es un verdadero hermano, colaborador y compañero de lucha. Además, fue el mensajero de ustedes para ayudarme en mi necesidad. Lo envío porque, desde hace tiempo, tiene deseos de verlos y se afligió mucho cuando ustedes se enteraron de que estaba enfermo. Es cierto que estuvo enfermo e incluso a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, como también la tuvo de mí, para que yo no tuviera una tristeza tras otra. Así que estoy aún más ansioso por enviarlo de regreso a ustedes, porque sé que se pondrán contentos al verlo, y entonces ya no estaré tan preocupado por ustedes. Recíbanlo en el amor del Señor y mucha alegría, y denle el honor que una persona como él merece. Pues arriesgó su vida por la obra de Cristo y estuvo al borde de la muerte mientras hacía por mí lo que ustedes no podían desde tan lejos”

Antes de juzgar los casos de Timoteo y Epafrodito como ejemplos de que Dios a todos no los quiere sanos, sólo porque no encuentran versículos del Apóstol Pablo diciendo que estaba declarando la sanidad sobre ellos, veamos un poco más allá estos versículos, para que entendamos por qué estuvieron enfermos.

En el caso de Timoteo, este se encontraba en Éfeso, y estaba sufriendo algunas enfermedades digestivas, que podían resolverse con unos ajustes en su dieta. Timoteo debía tomar la decisión de menguar el consumo de agua y reemplazarla por el vino, este ajuste en su dieta era lo único que necesitaba para parar sus enfermedades digestivas.

Y en el caso de Epafrodito, aunque no se menciona detalladamente, sí podemos deducir que se entregó de tal manera al Ministerio, que sometió su cuerpo a duros tratos hasta afectar su salud. Epafrodito lo hizo por la obra de Cristo, no sabemos exactamente cómo fue, quizás era un hombre que no dormía lo suficiente, comía poco y de mala calidad, lo claro es que él estuvo arriesgando su salud, por priorizar el Ministerio.

Lo que podemos concluir de ambos casos, es la importancia de cuidar nuestros hábitos. Nuestro cuerpo es Templo del Espíritu Santo, y debemos cuidarlo identificando los malos hábitos que puedan estar afectándolo, e incorporar hábitos que aporten beneficio a nuestro cuerpo, como:

  1. El ejercicio diario.
  2. La alimentación balanceada.
  3. El descanso necesario diario.

La conferencista Joyce Meyer, utiliza unas muy buenas analogías para diferenciar a las personas que priorizan en los buenos hábitos, de las que priorizan en los malos hábitos: “¿Es usted un inversor o un jugador? ¿Está invirtiendo en la buena salud ahora para poder cosechar beneficios más adelante? ¿O está jugando a que puede no hacer nada, o incluso abusar de usted mismo al tener muchos malos hábitos poco sanos, y no sufrir las consecuencias?” Quizás ustedes no se quieran identificar con los jugadores de la salud, pero es una cruda realidad que una abrumadora mayoría de personas no relacionan a las enfermedades con algo que deben dejar de hacer, y esta es una puerta que le están abriendo al enemigo para traer enfermedad.

Tenemos que responsabilizarnos de nuestras acciones y arrepentirnos si estamos haciendo algo que está afectando el Templo del Espíritu Santo. No podemos sólo orar a Dios recibiendo Su sanidad. Si la raíz del problema es un mal hábito, debemos usar la sabiduría de Dios y el dominio propio para erradicarlo de nuestras costumbres.

Ahora, no siempre provocamos daños a nuestro cuerpo de manera consciente, muchas veces nuestra ignorancia sobre ciertos alimentos o hábitos puede estarnos afectando y no nos damos cuenta de esto. Es por eso, que es tan importante ser sensibles a la voz del Espíritu Santo, para que sea Él quien nos muestre qué es lo que debemos hacer para que se vaya la dolencia o enfermedad. El Espíritu Santo nos puede guiar a través de un sentir de decir no a algo, de cambiar una rutina o incluso puede hablarnos a través de una persona que viene con una recomendación saludable, como el caso del Apóstol Pablo recomendándole un cambio en la dieta de Timoteo.

Vimos, entonces, esta puerta, que quizás muchos de ustedes no habían contemplado, y que es necesario se le cierre al enemigo. Seguiremos viendo más puertas que el enemigo aprovecha para traer enfermedad en el próximo Artículo.

2 comments on “JESUCRISTO TAMBIÉN VINO A SANAR- PARTE 4

  1. Muchas gracias Pastor Rafael cada día quitando velos a través de la palabra de Dios y gracias por compartir su conocimiento y revelación. Bendiciones

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