Iglesia Palabra Pura

La semana pasada, para traer claridad sobre la vigencia del diezmo, estudiamos sobre la diferencia que hay entre el Sacerdocio según el orden de Aarón y el de Melquisedec.

Si recuerdan, el Sacerdocio según el orden de Aarón estuvo vigente bajo la Dispensación de la Ley de Moisés, que exigía a los Israelitas presentar sus diezmos, si es que no querían ser “malditos con maldición” (Malaquías 3:9). El diezmo no era voluntario, era demandado. No obstante, 430 años antes de que el diezmo quedara TEMPORALMENTE confinado bajo la Ley (Gálatas 3:18), Abraham, el padre de la fe, había activado el Principio luego de que Melquisedec, rey y sacerdote del Dios Altísimo, saliera a su encuentro con pan y vino y lo bendijera.

Es al Sacerdocio según el orden de Melquisedec al que las Escrituras declara vigente bajo la Dispensación de la Gracia, el Sacerdocio que Bendice y no maldice, el que recibe los diezmos de forma VOLUNTARIA, sin amenaza alguna. Este Sacerdocio sigue y permanecerá vigente en Jesucristo:

HEBREOS 5:5-6, 10 (RVR) “Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec… y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec”

Solo pensemos: si el Patriarca Abraham entregó sus diezmos a Melquisedec, que era tipo y sombra de Cristo, y fue grandemente Bendecido, ¿cómo no considerar un privilegio diezmar sabiendo que Jesucristo (el cumplimiento del tipo y sombra) ha sido declarado por Dios Sumo Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec?

HEBREOS 7:8 (RVR) “Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive”

¿De quién se da testimonio de que vive? ¡De Jesús! Por lo tanto, la Palabra nos está asegurando que a pesar de que entregamos nuestros diezmos a hombres mortales, al aplicar el Principio en sí, es Jesucristo quien los está recibiendo. ¡Esto es maravilloso! Quiere decir, que bajo la Dispensación de la Gracia el diezmo no es una obligación, es un privilegio.

Cuando diezmamos estamos reconociendo que todo lo que llega a nuestras manos no ha sido fruto de nuestro esfuerzo físico, inteligencia o habilidad, sino únicamente porque Dios nos ha Bendecido primero.

EFESIOS 1:3 (RVR) “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”

Es gracias a ser Bendecidos con toda Bendición espiritual que tenemos el poder para hacer riquezas (Deuteronomio 8:18). Dios Bendice nuestras cosechas con Su buena voluntad, ¿cómo entonces no seguir las mismas pisadas de fe de nuestro padre Abraham (Romanos 4:12), y responder a las gigantes Bendiciones de Dios diezmando?

Sin embargo, si alguien no comprende este Principio para activarlo por fe, se estará perdiendo de la Gracia que hay en él. Nadie debe diezmar por miedo a que Dios lo llame maldito. Como ha ocurrido en gran parte de las Iglesias, que siguen ubicando el diezmo bajo el confinamiento de la Ley. Entonces, tienen en sus Iglesias una cantidad de personas diezmando por temor al castigo y no con fe en que ya han sido Bendecidos.

2 CORINTIOS 9:7 (PDT) “Cada uno debe dar lo que en su corazón ha decidido dar y no lo haga con tristeza ni por obligación. Dios ama a los que dan con alegría”

Aunque el versículo anterior, como lo he explicado en la Serie (2 Corintios) que he estado compartiendo los miércoles Versículo a Versículo, tiene el contexto de cómo dar la ofrenda, la actitud que Dios quiere que haya en el dar los diezmos es la misma: con alegría; no con tristeza ni por obligación.

Es terrible que desde los púlpitos hayan personas maldiciendo a los creyentes, maltratando a las ovejas del Señor y manipulándolas con falsas inspiraciones para que den dinero. Estas personas tendrán que responder ante el Príncipe de los Pastores, Jesucristo, por sus acciones. Ustedes nunca me verán exigiendo que diezmen. Yo les enseño por supuesto el diezmo, la vigencia del mismo y el privilegio que tenemos de darlo, pero nunca más allá para de alguna manera presionarlos. Debe nacer en el corazón de la persona el hacerlo, y hacerlo en fe.

Ahora, comprendiendo entonces que bajo la Gracia el diezmo no es una obligación, sino un privilegio. Veamos la sobreabundancia de Gracia que se manifiesta al activar el Principio. Para esto tenemos que ir a lo que sucedió luego de que Abraham dio los diezmos a Melquisedec:

GÉNESIS 15:1 (RVR) “Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”

Fue Dios el que le dio la victoria a Abraham ante los reyes que secuestraron a su sobrino Lot, y lo Bendijo de tal manera que le permitió regresar con un gran botín, pero cuando Abraham le honró con sus diezmos, Dios respondió con sobreabundancia de Bendición. Dios le prometió Su protección y un incremento que hasta ahora él no había visto, le prometió sobreabundancia. ¿Esta Bendición no les recuerda a otro pasaje? Veámoslo:

MALAQUÍAS 3:10-12 (RVR) “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos”

Sí, en Malaquías capítulo 3 está prometida la misma sobreabundancia con la que Dios recompensó a Abraham luego de que diezmara por fe y agradecimiento. Es en lo único que Dios nos dice que podemos probarle. Y seguramente es porque Dios sabe que el área financiera es una de las que más le cuesta al ser humano operar en fe. Dios le promete al que diezme que:

  • Derramará Su Bendición, no sólo la suficiente para tener lo necesario, sino hasta que sobreabunde:

“abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”

Dios promete que se encargará de prosperar al que diezme de una manera que le sorprenderá. Algo parecido a lo que le sucedió a Pedro cuando obedeció a Jesús y tiró la red a la derecha en Su nombre; la cantidad de peces fue tal que ni su red ni su barco fueron suficientes (Lucas 5:5).

  • Le defenderá del devorador:

Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos

Aunque el resto de personas que no ponen su confianza en el Señor pasen crisis, el que diezma no tiene porqué temer, ya que Dios promete que Él se encargará de reprender lo que quiera amenazar sus finanzas y cosechas financieras. Dios será para el que diezma un escudo de protección financiera.

  • Hará de él tierra deseable:

“Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos

El que diezma se convierte en “tierra deseable”. Aquel que pone a funcionar, en fe y agradecimiento, no por fuerza o manipulación, el principio del diezmo, prospera de tal manera que las demás personas querrán saber cuál es la clave de esa Bendición, por qué a pesar de que muchos estén en crisis esa persona prospera y sobreabunda, eso es ser “tierra deseable”.

Ahora pregúntense, ¿no es maravilloso que esté vigente el diezmo sin la amenaza de maldición, pero sí con estas maravillosas promesas de Bendición? Repito: nadie está OBLIGADO a dar sus diezmos. Dios no está maldiciendo a nadie por no diezmar. El diezmo bajo la Gracia es absolutamente VOLUNTARIO. Pero ¿quién sería tan cerrado de mente, tan necio, después de conocer estas impresionantes promesas que hemos estudiado y la invitación directa de Dios a probarle, para dejar pasar la oportunidad de ir de la bendición a la sobreabundancia? ¿Quién se negaría a que Dios le haga “tierra deseable” para las naciones? Solo aquel que no está dispuesto a hacerlo primero por fe y honra a Dios, por lo tanto, lo haría con la motivación incorrecta.

Selah

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