
MATEO 19:3-6 (RVR) “Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”
Vivimos en una era donde se cree que el matrimonio existe para hacernos felices. Y si deja de hacernos felices, se considera desechable. En un mundo donde la cultura quiere redefinir constantemente el significado del matrimonio, la Palabra de Dios se levanta como un faro que nos muestra su diseño original. Jesús, al responder a los fariseos en Mateo 19, no recurre a la cultura de su tiempo, ni a la tradición, sino que vuelve al principio: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo?” (v. 4). Con estas palabras, Jesús establece un fundamento inamovible: el matrimonio no es un contrato humano, es un pacto divino.
La diferencia entre contrato y pacto es crucial. Un contrato se basa en intereses mutuos y se rompe cuando una de las partes falla. En cambio, un pacto es un compromiso que se basa en la fidelidad, no en las circunstancias. Es lo que Dios ha hecho con Su pueblo desde el principio. El matrimonio, como Dios lo diseñó, es un reflejo de ese pacto eterno entre Cristo y Su Iglesia (Efesios 5:31-32).
Por eso, Jesús dice en Mateo 19:6: “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. El matrimonio no se basa en emociones pasajeras, sino en una entrega diaria y constante, sellada por la fidelidad del Dios que une.
En el libro del Génesis, encontramos los orígenes del matrimonio. Dios creó a Adán y lo colocó en el Jardín del Edén, rodeado de belleza y abundancia. Pero algo faltaba. Dios declaró: «No es bueno que el hombre esté solo. Le haré una ayuda idónea para él» (Génesis 2:18).
Esta declaración revela una verdad profunda: fuimos creados para la relación, la compañía y la intimidad. Dios no creó a Eva simplemente como una idea de último momento o una subordinada. La creó como igual, como complemento, la pareja perfecta para Adán. El término “ayuda idónea” en Hebreo implica alguien que le corresponde, como dos piezas de un rompecabezas que encajan a la perfección.
Antes de la creación de Eva, Dios le mostró a Adán las riquezas del Edén: el oro, las piedras preciosas y las resinas aromáticas. ¿Por qué? Quizás para inculcar en Adán el aprecio por la belleza y el valor, preparándolo para apreciar el inestimable don de una esposa. Esto sirve de recordatorio para que los esposos de hoy valoren a sus esposas, para que las consideren más valiosas que cualquier posesión terrenal.
Cuando Dios trajo a Eva a Adán, su respuesta fue de asombro y reconocimiento: «Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne» (Génesis 2:23). En ese momento, se formó el primer matrimonio, y Dios estableció un patrón para todas las uniones futuras:
GÉNESIS 2:24 (RVR) “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”
Jesús citó ante los Fariseos Génesis 2:24 para mostrar tres principios claves del matrimonio:
- “Dejará el hombre a su padre y a su madre”: habla de prioridad en la relación El matrimonio exige un cambio de lealtades. Un cambio en la lealtad primaria de los padres al cónyuge. Tu cónyuge se convierte en la relación más importante después de Dios.
- “Se unirá a su mujer”: esta palabra implica unirse con fuerza, como con pegamento. Es un llamado a la permanencia. No es un compromiso temporal, sino una unión hasta que la muerte los separe.
- “Y serán una sola carne”: el concepto de “una sola carne” es revolucionario. Significa que, a los ojos de Dios, una pareja casada ya no son dos individuos separados, sino una nueva entidad unificada. Esto tiene profundas implicaciones en nuestra forma de abordar el matrimonio. Es un misterio glorioso que implica unidad física, emocional y espiritual. No se trata solo de intimidad sexual, sino de una fusión de vidas, propósitos y destinos bajo el señorío de Cristo.
En primer lugar, significa transparencia absoluta. Adán y Eva estaban “desnudos y sin vergüenza” el uno ante el otro y ante Dios. En un matrimonio piadoso, no debe haber secretos, intenciones ocultas ni espacios privados a los que el otro no pueda acceder. Esto incluye nuestros pensamientos, nuestros dispositivos, nuestras relaciones; todo debe ser abierto y compartido entre los cónyuges.
En segundo lugar, significa un propósito y una visión compartidos. Una pareja que verdaderamente es una sola carne tendrá objetivos, sueños y prioridades alineados. Tomarán decisiones juntos, considerando el impacto en su unión, más que solo los deseos individuales.
En tercer lugar, significa cuidado y protección mutuos. Así como cuidamos naturalmente nuestro propio cuerpo, los cónyuges deben tener el mismo cuidado instintivo el uno por el otro. Esto implica cuidar el bienestar físico, emocional y espiritual del otro.
La respuesta de Jesús a los Fariseos fue reveladora. No se enfrentó a su enfoque legalista, sino que los remitió al diseño original de Dios. Jesús enfatizó que el divorcio nunca formó parte del plan de Dios. Moisés lo permitió porque sus corazones estaban endurecidos, pero no fue la intención de Dios desde el principio:
MATEO 19:8 (LBLA) “Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió divorciaros de vuestras mujeres; pero no ha sido así desde el principio”
El matrimonio no es una idea humana. No es un experimento social ni una tradición cultural. Es una institución santa, diseñada por Dios, gobernada por Su Palabra y sostenida por Su gracia. Esto nos enseña que la solución a los problemas matrimoniales no es la separación, sino ablandar nuestros corazones, volver al diseño original de Dios y superar juntos las dificultades.
Si estás casado, examina tu corazón a la luz de este diseño. Si estás soltero, prepárate no solo para casarte, sino para vivir en santidad. Si estás herido por un matrimonio roto, recuerda que Cristo restaura lo que el pecado ha dañado.
Terminaremos esta Serie la próxima semana.
Gracias Pastor, es Dios definitivamente dándole Sabiduría.
Dios lo bendiga 🙏